Mensaje dado en Punta del Este, Uruguay, el 20 de febrero, durante la presentación del calendario y las iniciativas de Cooperativas de las Américas (región de la ACI) para el 2025:
«Muchas gracias a todos ustedes por acompañar esta actividad que la Alianza Cooperativa Internacional, a través de su oficina regional americana, lleva adelante para poner en marcha la agenda americana del Año Internacional de las Cooperativas.
Bajo este título que la ONU le ha puesto al 2025, el movimiento cooperativo está planificando una serie de acciones de alto impacto a escala global.
América no es la excepción.
Conocemos la potencia, diversidad y probada trayectoria de la familia cooperativista de esta región, una región tan marcada por desigualdades y tensiones como por una rica historia de trabajo, autonomía e integración cultural.
En esta región, donde convivimos pueblos con distintos idiomas, procedencias étnicas y credos, la cooperación ha sido históricamente una usina de participación democrática, convivencia pacífica y desarrollo socioeconómico.
Puedo dar fe del aporte que hemos hecho, desde América, a la integración del movimiento cooperativo a nivel mundial, llevando esta impronta al seno de la Alianza Cooperativa internacional.
Hoy la ACI es una casa de puertas abiertas, que abraza a cada una de las experiencias cooperativas de cada rincón del planeta, sintiendo el orgullo de hablar un idioma común: el de los principios y valores que nos identifican como cooperativistas y que son un rasgo diferencial de este modelo común.
Y el hecho de que este modelo sea puesto en primer plano una vez más por las Naciones Unidas nos indica que, ante los serios desafíos sociales, económicos y globales que enfrentamos como humanidad, la cooperación es el camino.
Es por eso que este año no solamente tenemos la oportunidad de multiplicar las tareas de incidencia en cada nación, tenemos además la responsabilidad de situarnos como aliados estratégicos de los estados a la hora de desarrollar procesos económicos virtuosos, esto es, basados en la cooperación más que en la competencia, basados en el trabajo y la producción más que en la especulación y la renta, basados en el bien común más que en el egoísmo y el éxito individual.
Sabemos desde hace casi dos siglos que desde esta matriz económica se construyen sociedades armónicas y en equilibrio con el ambiente.
Naturalmente, la integración de estas economías más allá de las fronteras nacionales lleva además a regiones prosperas y justas e inclusivas.
Quiero destacar en este sentido la tarea que lleva adelante el Consejo de Administración, liderado por José Alves, y la oficina regional de Cooperativas de las Américas, integrando desde Alaska a Tierra del Fuego al cooperativismo de esta parte del mundo.
Sigamos por este camino. Hagámonos eco del llamado que hacen las Naciones Unidas a sus estados miembros para posicionarnos sin temor en un primer plano.
Las sociedades de nuestro continente y del mundo entero requieren de instrumentos de probada eficacia para salir de los escenarios inciertos, desiguales y en alguna medida, amenazantes, que se ciernen en este momento sobre cadacomunidad.
La empresa cooperativa, que es la mayor innovación social de la era moderna, es la respuesta y, como dijo muchas veces mi amiga Graciela Fernández, es el vehículo más directo a un futuro social, económica y ambientalmente sostenible.
Muchas gracias por invitarme a ser parte de esta jornada, de la cual seguramente el cooperativismo americano saldrá fortalecido para seguir aportando a la construcción de una región y un mundo más justo, solidario y en paz.»