Presentación en el Panel de Apertura del Foro Global de la Juventud (GYF2021), que se realizó de manera virtual del 25 al 27 de marzo.

«Todas las generaciones que habitamos hoy en el Mundo estamos frente a ciertas encrucijadas que no van a poder resolverse de un día para el otro.

Indudablemente la pandemia puso al descubierto una vez más los graves problemas que tenemos en el manejo de los ecosistemas y la amenaza que representa para los propios seres humanos la gestión irresponsable de los recursos naturales.

La pandemia también acentuó las desigualdades dentro de cada una de nuestras sociedades, impactando mucho más sobre los que menos tienen, agrandando las brechas entre los géneros, golpeando de lleno a los pequeños productores del campo y la ciudad, dejando en la calle a millones de trabajadores y trabajadoras, excluyendo de muchas actividades esenciales a quienes todavía no gozan de una conexión a internet… por solo citar algunos ejemplos.

Y también acentuó las desigualdades a nivel global, lo cual puede verificarse claramente en estos días con la distribución de las vacunas.

Hace alrededor de un año, cuando el Mundo entero se confinaba de manera inesperada, cuando se cerraban las fronteras y comenzábamos a contar diariamente la cantidad de personas infectadas y fallecidas, muchos nos preguntábamos a qué oscuro sendero estábamos entrando. Pero, sobre todo, nos preguntábamos cómo íbamos a salir.

En la Alianza Cooperativa Internacional abrimos un canal de intercambio entre miembros de todo el Mundo, donde fuimos recibiendo información de las acciones que estaban llevando adelante las cooperativas para seguir al lado de cada una de sus comunidades.

Así es como constatamos una vez más que durante las épocas de crisis, las cooperativas son más resilientes que otro tipo de empresas. Que mantienen las fuentes de trabajo, que siguen brindando salud, educación y múltiples servicios a sus asociados, que siguen produciendo, que siguen construyendo viviendas, que siguen ofreciendo instrumentos financieros para mantener la producción y el consumo… que se organizan solidariamente para llegar en situaciones de emergencia a quienes más lo necesitan.

Debo decir que el esfuerzo que han hecho las cooperativas durante 2020 y que siguen haciendo en este momento es digno de reconocer, de poner en valor y de mostrarlo puertas adentro y puertas afuera de nuestro movimiento.

No solamente para afirmar que la cooperación es una herramienta clave para salir mejores de esta crisis en la que estamos inmersos, sino para sentar las bases de un futuro más solidario, más inclusivo y más justo con las personas y con nuestra Madre Tierra.

Queridos jóvenes, queridos colegas, estoy convencido de que son ustedes quienes deben tomar en sus manos los principios y valores cooperativos y ponerlos en acción, sin que dejen de imprimirle su huella, la huella de los nuevos tiempos que está viviendo el Mundo y que ustedes pueden interpretar mejor que nadie.

Siempre digo que desde el cooperativismo debemos ser capaces de convocar a los jóvenes para que creen con sus pares sus propias cooperativas o para que se integren a nuestras organizaciones con la seguridad de que en ellas pueden formarse y realizarse, en términos personales y profesionales, aprendiendo de quienes tienen más experiencia, pero siendo a su vez protagonistas de los cambios necesarios para enfrentar los desafíos del mundo actual.

Es la fuerza de la juventud la que le va a permitir a nuestro movimiento cooperativo motorizar los cambios necesarios para que en las próximas décadas se consolide la cooperación como herramienta clave de un desarrollo verdaderamente sostenible.

Sabemos que existe una convergencia natural entre esos principios y valores que nos guían, entre esta identidad que ratificamos en la Declaración aprobada en Manchester en 1995 y que hoy estamos profundizando, y las miradas que tienen los jóvenes actualmente.

El cuidado del ambiente, la equidad de género, el trabajo colaborativo, el achicamiento de la brecha digital, el fin de la pobreza y otras consignas que los cooperativistas tomamos como propias, llevan hoy inexorablemente el sello de la juventud.

Nuestra Madre Tierra nos está reclamando a gritos que discontinuemos con modos de producción y consumo lineales, basados en lógicas de acumulación que ponen al capital por encima de todo y que conducen inexorablemente a la exclusión social de millones de personas y a la destrucción del ambiente.

Y son los jóvenes quienes, con miradas innovadoras y con su voluntad de transformación, pueden dar mayor impulso a los modelos cooperativos de producción y de consumo, ya sea en el ámbito de la alimentación, como de las industrias tradicionales o de las nuevas tecnologías, entre otros.

Son los jóvenes quienes mejor pueden entender la necesidad de adoptar modelos colaborativos y con equidad de género en el ámbito del trabajo, para que procesos tales como la robotización o la digitalización de múltiples aspectos de las economías regionales, nacionales y a escala global, no signifiquen mayor desempleo ni generen más precarización laboral para las nuevas generaciones, tanto en países desarrollados como en aquellos más postergados.

Por eso yo celebro el trabajo que vienen haciendo en la Red Mundial de Juventud de la ACI, de la mano de Sebastien y de todos los jóvenes que integran la red.

Celebro también el apoyo de la Unión Europea que hace posible las iniciativas de este espacio tan significativo que existe en nuestra Alianza Cooperativa Internacional.

Hace algunas semanas conocimos el último informe de investigación a nivel global producido gracias al partenariado de la ACI y la Unión Europea, un gran trabajo realizado junto a las oficinas regionales, con el apoyo del Cooperative College.

Ese trabajo se tituló, precisamente, Los jóvenes y las cooperativas: ¿una combinación perfecta?

Allí pusieron en palabras y en datos concretos la vinculación estrecha que existe entre las inquietudes y propuestas de la juventud y la agenda del movimiento cooperativo.

La conclusión de esa investigación es que el modelo cooperativo es una alternativa fundamental para que los jóvenes puedan empoderarse y resolver de forma colectiva y solidaria los problemas cruciales que enfrentan en sus comunidades.

Y esta conclusión, me parece, está íntimamente relacionada con aquel dilema que planteaba al principio, acerca de cómo vamos a salir de esta crisis profundizada por la pandemia, pero que tiene que ver con el tiempo histórico que estamos viviendo.

En efecto, creo que vivimos un tiempo donde los cambios son tan vertiginosos que la distancia social y cultural entre las generaciones cada vez se amplía más, en virtud de que esos cambios son tan veloces y tan significativos como nunca antes.

Yo los invito a tomar todas las herramientas que estén a su alcance, a aportar todo el conocimiento que ustedes tienen y que siguen adquiriendo, y a ponerlas al servicio de esta consolidación del modelo cooperativo, para que entre todos podamos ofrecerle al Mundo una salida en medio de tanta incertidumbre y tanta desigualdad.

Y les pido también, humildemente, que no se mareen con esos cambios que de forma incesante ocurren a nuestro alrededor.

En tiempos donde vivimos ansiosos por la notificación que llegará en los próximos segundos a nuestra pantalla móvil, no dejen de mirar hacia los costados. No dejen de dialogar con sus pares -como lo están haciendo en este foro, a pesar de las distancias-, no dejen de aprender de quienes tienen alguna experiencia para contarles, no dejen de leer la historia, no dejen de contemplar la naturaleza que los rodea, y que entre todos debemos cuidar, e insisto, no dejemos de mirar hacia los costados, porque seguramente hay otros jóvenes y no tan jóvenes que necesitan, hoy más que nunca, de la herramienta cooperativa para salir adelante. Ustedes tienen esa herramienta.

Ese es el aporte central que ustedes pueden hacer en el presente y para el futuro, además de todas las habilidades, conocimientos y herramientas tecnológicas que seguramente pueden aportar a nuestro movimiento, como parte de la necesaria formación y capacitación que permanentemente lleven a cabo.

A propósito de esto, quiero compartir una última reflexión. Ustedes saben que la palabra tecnología refiere a la forma en que los seres humanos administramos nuestro conocimiento y nuestras habilidades para producir.

Sepan que no hay novedad tecnológica más rotunda que la impulsada por los agentes sociales para transformar su comunidad.

No nos asusta hablar de economía de plataformas, de inteligencia artificial o de la internet de las cosas. Lo que sí sabemos es que ningún cambio en la forma de producir o consumir que ponga al lucro por delante de las necesidades humanas y del cuidado del ambiente puede llevarnos a buen puerto.

Por eso creo que cada vez que se crea una cooperativa, cada vez que un grupo de jóvenes decide emprender su futuro bajo los principios y valores que guían a este modelo económico y social, cada vez que en una escuela o una universidad se forman cooperativistas, se está produciendo en esa comunidad una innovación social más grande que la que cualquier máquina o dispositivo puede ofrecer.

Yo estoy plenamente convencido de que el modelo cooperativo, forjado hace tantas décadas y con tan rica trayectoria en todos los continentes, hoy tiene un enorme potencial para ser ese faro que guíe al Mundo hacia un Desarrollo Sostenible, donde quienes hoy habitamos, quienes van a seguir habitando y quienes van a venir a habitar esta Casa Común en los próximos años, puedan hacerlo dignamente.

Quiero agradecerles profundamente que me hayan invitado a compartir esta jornada con ustedes, los felicito por el trabajo que vienen realizando y los invito a seguir trabajando para expandir el modelo cooperativo en cada uno de sus países y a nivel global.»