Actividad organizada por la Federación de Cooperativas de Paraguay (Fecopar), el 11 de marzo, como parte de la Semana Nacional de Educación Financiera:

«Mi primera reflexión, es que la identidad no se construye en soledad. Mi identidad se construye en la relación con el otro.

Digo esto porque siempre tenemos el riesgo de transformar el debate sobre la Identidad Cooperativa, en un debate meramente introspectivo. Nos miramos en el espejo para ver si estamos lindos, si nos gusta lo que vemos, si lo que vemos está de acuerdo con nuestra visión del mundo y de las personas.

Y está bien mirarse en el espejo de vez en cuando. Pero eso es sólo un primer paso.

La identidad sirve cuando el otro me reconoce. Es más, la identidad sólo existe cuando el otro me reconoce.

Si el otro no me reconoce como cooperativa, como una forma empresarial capaz de construir economía en base a valores, entonces no tengo identidad cooperativa. Y lo más grave, estaré perdiendo la posibilidad de sumar la energía transformadora de todos aquellos que están deseosos de construir economía en base a los valores de la ayuda mutua, de la democracia, de la solidaridad, del compromiso con la comunidad.   

La primera responsabilidad de la Educación Cooperativa es que el otro me reconozca, reconozca mi identidad. Y eso requiere un esfuerzo que va mucho más allá de una mera difusión. La educación cooperativa debe mostrar como los principios cooperativos sirven para enfrentar la agenda de mi comunidad en el aquí y el ahora.

El año pasado, para aportar a este debate, escribí un libro cuyo título es Principios Cooperativos en Acción. Porque tenemos identidad cuando ponemos nuestros principios en acción.

Y los ponemos en acción cuando desde nuestros valores construimos respuestas concretas frente a los desafíos que enfrenta nuestra comunidad.

Hoy, por ejemplo, no tiene sentido debatir sobre la identidad si ese debate no está vinculado al tema de la pandemia, de la desigualdad, de la fragilidad que está demostrando nuestro sistema social para cuidar nuestra salud.

Al contrario. Hay que comenzar el debate sobre la identidad preguntándonos si la identidad cooperativa nos está sirviendo para enfrentar todos estos problemas.

Los pioneros y pioneras de Rochdale no se reunieron para resolver un problema de Identidad. Se reunieron para buscar un camino innovador, que les permitiese solucionar sus problemas, y a partir de allí construyeron su identidad.

Hoy tenemos la ventaja de casi 180 años de historia y un movimiento de más de 3 millones de cooperativas en todo el mundo, pero el camino es el mismo. Debemos mostrar que somos un movimiento que tiene respuestas innovadoras para solucionar los problemas que golpean a nuestra comunidad, y eso va a fortalecer nuestra identidad.

Las cooperativas son empresas basadas en valores.  De hecho, son el único tipo de empresa que cuenta con un código de valores acordado a nivel internacional.

Pero lo más potente, lo que nos da identidad, es que hemos sabido transformar esos valores en principios de organización empresarial, que dan respuestas a nuestra comunidad.

Nuestra identidad son los principios cooperativos en acción.

La educación cooperativa no sólo sirve para profundizar nuestra identidad. Es uno de nuestros principios, y por lo tanto es parte constitutiva de nuestra identidad.

No la educación cooperativa como mera difusión de historias y experiencias. La educación cooperativa como práctica permanente de reflexión sobre los horizontes posibles de una economía basada en valores.

Por eso, como les decía en julio del año pasado –cuando me invitaron a reflexionar sobre la educación cooperativa en tiempos de Covid–, si queremos que en la nueva normalidad prevalezcan los valores de la cooperación sobre el individualismo y la competencia, entonces el principal aporte que puede hacer el movimiento cooperativo es más y mejor educación cooperativa.

El mundo está buscando nuevos paradigmas para enfrentar el futuro y nosotros tenemos el nuestro: el paradigma de la cooperación como alternativa al paradigma de la competencia y el individualismo.

La educación cooperativa debe tomar debida cuenta del momento histórico que está viviendo, y por lo tanto de sus responsabilidades históricas.

Hoy hay muchos hombres y mujeres, y en especial muchos jóvenes, que están deseosos de alternativas para construir su futuro. Un futuro más solidario, más ecológico, más centrado en las personas y en la comunidad.

La educación cooperativa debe servir para acercar respuestas a esas personas.

La educación cooperativa debe incorporar el tema ambiental a partir de entender que la cooperación es el principal camino para reconciliar desarrollo económico y el ambiente.

Nuestro paradigma es el de la cooperación, que dice que para lograr desarrollo sostenible es necesario organizar empresas para satisfacer nuestras necesidades comunes, cuyo principio ordenador no sea el lucro sino la ayuda mutua, y cuya eficiencia sea resultado del control democrático de sus integrantes, trabajadores, consumidores o productores.

Para este paradigma, la naturaleza es el ambiente donde vivimos, no el recurso para lucrar. La empresa se desarrolla para satisfacer nuestras necesidades, no para multiplicar necesidades que nos abran oportunidades de negocios.

Esto debe estar claramente incorporado a nuestra Identidad si queremos ser parte del formidable movimiento social que tarde o temprano se va a terminar de consolidar para detener el gravísimo proceso de deterioro ambiental que estamos enfrentando.

Son muchos los desafíos que debe enfrentar la humanidad, a los que debemos dar respuesta poniendo nuestros principios en acción.

Y el primer principio que debemos poner en acción es la educación cooperativa. La educación cooperativa entendida como un proceso participativo, en donde reflexionamos a partir de las experiencias de nuestro movimiento para buscar respuestas frente a los desafíos del hoy y del ahora.

La humanidad enfrenta enormes retos, que están claramente sintetizados en los objetivos de desarrollo sostenible acordados en Naciones Unidas. Debemos poner nuestros principios en acción para enfrentar estos retos.

La identidad cooperativa se construye con el otro. Salgamos a buscarlo. Construyamos nuestras empresas de cara a la comunidad, porque somos la comunidad autónomamente organizada para satisfacer nuestras necesidades.

La cooperativa que olvide esto habrá transformado a sus asociados en clientes, a los principios en una carga que afecta su competitividad.

Si a los principios los sentimos como una carga, si a la educación cooperativa la sentimos como un estorbo, entonces debemos preguntarnos si no hemos dejado de ser cooperativa.

Si nuestros asociados no saben o no entienden que la cooperativa es su herramienta para solucionar sus problemas, entonces hemos perdido la potencia de la ayuda mutua. Y habremos perdido la enorme oportunidad histórica que tenemos como movimiento.

La humanidad está buscando nuevos paradigmas para organizarse. Estamos todos y todas muy preocupados por el destino de nuestra sociedad. Es nuestro momento.

El momento de mostrar nuestra Identidad Cooperativa poniendo nuestros principios en acción. Y el primer principio que hay que poner en acción es la educación cooperativa.»