Conferencia brindada durante la 19° Jornada Universitaria de Entidades de Economía Social, organizada por la Universidad Nacional del Sur (UNS), el Departamento de Ciencias de la Administración de la UNS, la Asociación Intercooperativa Regional (AIR) y la Federación Argentna de Cooperativas de Consumo en la ciudad argentina de Bahía Blanca.

«Soy un convencido de que hay muchas personas buenas en el mundo, personas con buenas ideas y buenas intenciones… pero pocas son las que logran sostener esas buenas ideas y esas buenas intenciones a lo largo de los años. Esas personas son las imprescindibles.

Me parece que haber sostenido estas jornadas a lo largo de 19 encuentros los hace a todos ustedes parte de los imprescindibles.

Ojalá podamos volver a juntarnos en la próxima, que tendrá el atractivo de ser un número redondo, la Jornada número 20.

Gracias también por haberme invitado a conversar sobre Legislación Cooperativa, con ustedes y con los prestigiosos profesionales que me acompañan, con la bonita excusa de otro número redondo: los 50 años de nuestra Ley de Cooperativas.

Estoy seguro de que ninguno de nosotros está aquí por un mero interés celebratorio. Lo hacemos por nuestro compromiso en la defensa y en perfeccionamiento de la legislación cooperativa.

Por eso, muchas gracias Dr. Cracogna y muchas gracias Dr. Marinello, en nombre de COOPERAR y de la ACI, por su permanente compromiso con la Construcción de un Marco Legal adecuado para el Desarrollo del Movimiento Cooperativo.  

Como presidente de la Alianza Cooperativa Internacional, esa es una de mis principales responsabilidades.

La ACI se fundó en agosto de 1895, en el marco del Primer Congreso Internacional Cooperativo. Hace muy poco, a fines del 2021, me tocó presidir en Corea del Sur, el 33º Congreso, que fue convocado para celebrar el 125° Aniversario de la ACI.

Allí recordamos que en ese Primer Congreso se fijaron tres objetivos principales de la ACI, que continúan teniendo vigencia.

En primer lugar, el intercambio de experiencias.

Textualmente, el acta constitutiva de la ACI decía: “dar a conocer el trabajo de los cooperativistas de todos los países a los demás cooperativistas del resto de países, a través de congresos, publicaciones y otros medios adecuados”.

En segundo lugar, el intercambio comercial

Textualmente: “establecer relaciones comerciales entre los cooperativistas de los distintos países en beneficio mutuo”.

Y en tercer lugar “determinar, mediante el debate y la correspondencia internacional, la naturaleza de los auténticos Principios Cooperativos”.

Este tercer punto es el aporte central de la ACI al Derecho Cooperativo.

Un objetivo central de la ACI a lo largo de sus más de 120 años ha sido definir aquello que distingue nuestro modelo –lo que hoy llamamos la Identidad Cooperativa– y trabajar para que esa identidad sea reconocida y promovida por la legislación de cada uno de los países.

Como muchos de ustedes saben, hubo tres Congresos que fueron muy importantes para definir los Principios Cooperativos: los de 1937, 1966 y 1995. Pero más allá de esos hitos, hubo muchos otros congresos que impulsaron avances importantes en el desarrollo del Derecho Cooperativo.

Los conocedores de la historia de la ACI destacan especialmente el tercer Congreso en 1897, celebrado en Delft (Holanda), donde se aprobó una resolución que reclamaba a los gobiernos no obstruir y apoyar el modelo cooperativo mediante leyes adecuadas y favorables.

El 6º Congreso, en 1904, en Budapest (Hungría), donde se aprobó la primera resolución sobre legislación y cooperación en países en vías de desarrollo.

Y el 24º Congreso en Hamburgo (Alemania), en 1969, donde se aprobó una importante resolución sobre Derecho Cooperativo.

Hoy esa tarea de la ACI está coordinada por el Comité de Derecho Cooperativo, que preside Hagen Henry, con quien estuvimos varios de los que hoy estamos aquí, en la VI Cumbre Cooperativa de las Américas en Asunción, Paraguay, y que también está integrado por Dante Cracogna, aquí presente, como principal referente en nuestro continente sobre la materia.

En todo este camino, ha sido de particular importancia nuestra relación con la OIT.

La creación de la Unidad de Cooperativas de la OIT, en 1920, apenas un año después de su constitución, dio un especial impulso al Derecho Cooperativo. Estuvo aquí presente la mano de otro cooperativista, Albert Thomas, el primer Director de la OIT, que fue quien insertó al cooperativismo dentro de la OIT desde sus inicios.

Esto lo recordamos en el 2020, cuando celebramos el centenario de la OIT, en un encuentro conjunto que realizamos en Ginebra. Allí destacamos que la OIT era el único organismo del sistema de Naciones Unidas con un mandato específico respecto a las cooperativas.

Y destacamos además que es el único organismo que está integrado, junto con los gobiernos, por las organizaciones de trabajadores y de empresarios.

Esa composición y esa interacción entre ambas entidades, fueron determinantes para la elaboración de un documento tan importante para el Derecho Cooperativo como fue la Recomendación 193, que aprobó la OIT en el 2002.

Mucho hemos debatido sobre el tema el año pasado, en ocasión de su 20º aniversario.  

En ese documento los gobiernos, los empresarios y las organizaciones de trabajadores recomendaron al mundo adoptar nuestra Declaración de Identidad Cooperativa y promover nuestro Modelo Empresarial.

Esto ha sido de una enorme ayuda para la tarea de incidencia del movimiento cooperativo de cada país, y repito fue resultado del trabajo de la Alianza Cooperativa Internacional en diálogo con la OIT.

El trabajo de incidencia sobre el sistema de Naciones Unidas es una prioridad para la ACI, en su estatus de organismo consultivo de la ONU.

Este año hemos alcanzado otro gran logro en este sentido.

La Asamblea General de la ONU aprobó su Resolución 77, “Promover la Economía Social y Solidaria para el Desarrollo Sostenible”.

El título lo dice todo: hay que promover la Economía Social y Solidaria si queremos Desarrollo Sostenible.

Textualmente, uno de sus párrafos más significativos reconoce que “la Economía Social y Solidaria contribuye a un crecimiento económico más inclusivo y sostenible al buscar un nuevo equilibrio entre la eficiencia económica y la resiliencia social y ambiental”.

Y reconoce también que “puede desempeñar un papel clave en la eliminación de la pobreza y en catalizar la transformación social, ayudando así a cumplir la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible”.

Esto es muy importante y es resultado de una larga discusión en el marco de Naciones Unidas. Esta resolución reconoce que no es lo mismo cualquier modelo empresario a la hora de contribuir al Desarrollo Sostenible.

Es algo que le criticábamos a la Agenda 2030, que no hace diferencias entre multinacionales y cooperativas a la hora de contribuir al Desarrollo Sostenible.

Aquí la ONU está reconociendo las ventajas de nuestro modelo para procurar un nuevo equilibrio entre la eficiencia económica y la resiliencia social y ambiental.

Está reconociendo nuestras ventajas para favorecer una transición digital sostenible, y para catalizar la transformación social que requiere el desarrollo sostenible.

Por eso en su artículo primero esa Resolución de la Asamblea de la ONU “Alienta a los Estados Miembros a que promuevan y apliquen estrategias, políticas y programas nacionales, locales y regionales para apoyar y potenciar la Economía Social y Solidaria como modelo de desarrollo económico y social sostenible”, y para ello invita, entre otras cosas, a desarrollar “marcos jurídicos específicos para la economía social y solidaria”.

Este nuevo reconocimiento, nos enfrenta a nuevos desafíos, a una nueva agenda para el movimiento cooperativo en general y para el derecho cooperativo en particular.

Quisiera reflexionar con ustedes, acerca de tres temas de esa nueva agenda para el derecho cooperativo: la transformación de la organización del trabajo, la economía digital y la transición energética.

TRANSFORMACION DE LA ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO

El primer tema sobre el que quería reflexionar con ustedes es el de la Transformación de la Organización del Trabajo.

Como señala la OIT, más del 60% del trabajo en el mundo es informal. De los 3.300 millones de trabajadores, 2000 millones son trabajadores precarizados.

Y en este escenario están desembarcando las nuevas tecnologías que, como también expresa la OIT, terminarán ahondando la precarización si no se toman medidas enérgicas.

Ya no alcanza, y la OIT lo ha reconocido en su reciente pronunciamiento sobre Trabajo Decente y Economía Social, con los sistemas de protección del trabajo asalariado.

Vamos hacia nuevas formas de organización del trabajo y las cooperativas podemos jugar un papel extraordinario en ese escenario.

Pero para eso es necesario desarrollar el reconocimiento legal y la protección de los derechos del trabajo asociado. Es un tema que ha sido históricamente difícil, pero que hoy es imprescindible, en Argentina y en el mundo.

Necesitamos una intensa reflexión para formalizar a las nuevas formas de organización del trabajo dentro del paradigma cooperativo.

La semana pasada, las cooperativas, junto con las mutuales, organizamos el Foro Valor Argentino, donde nos propusimos poner en diálogo nuestro capital social con los actores del mundo de la política, con el resto del empresariado, con las organizaciones sindicales, las universidades y de las iglesias.

Aprovecho la oportunidad para agradecer el protagonismo de la Federación Argentina de Cooperativas de Consumo en la organización de ese Foro. Héctor Jaquet, gerente de la Cooperativa Obrera, fue uno de los tres integrantes del comité organizador.

En ese Foro se difundió una Declaración Final, que en uno de sus principales párrafos invita a discutir la “formalización laboral de los seis millones de trabajadores que forman parte de la Economía Popular, dotándolos progresivamente de derechos laborales y cooperativos gracias a la Economía Social”.

Esto es sólo un enunciado, que debe ser puesto en debate, que requiere un intercambio intenso entre Derecho Laboral y Derecho Cooperativo, y creo que es una de nuestras principales responsabilidades como movimiento ante la difícil situación que estamos viviendo en nuestro país.

TRANSFORMACION DIGITAL

La transformación de las relaciones laborales está también íntimamente ligada con el tema de la transformación digital, segundo tema que quería compartir con ustedes.

Las nuevas tecnologías están cambiando radicalmente la forma en que nos comunicamos, intercambiamos y trabajamos. Y esto significa grandes oportunidades y también grandes riesgos, dependiendo de qué modelo empresarial adoptemos.

Las nuevas tecnologías favorecen el intercambio y la colaboración, pero hoy lamentablemente se están difundiendo en el marco de plataformas hegemonizadas por el capital financiero, que no tienen compromiso real con las necesidades y aspiraciones de nuestras comunidades.

Hoy el mundo está discutiendo cómo regular este fenómeno.

Nosotros tenemos que estar en esa discusión.

Tenemos que discutir cómo defendemos el acto cooperativo frente a redes que, disfrazadas de colaborativas, precarizan el trabajo, evaden impuestos, fugan capitales, lucran con nuestros datos e incluso manipulan nuestros deseos.

Tenemos que construir modelos cooperativos que pongan las nuevas tecnologías al servicio de las personas, y no a las personas a la merced de la manipulación y la especulación.

TRANSICION ENERGÉTICA

Y un tercer desafío para el derecho cooperativo, que quería plantearles hoy, es la transición energética.

El reconocimiento que hace Naciones Unidas al aporte que pueden realizar las cooperativas al Desarrollo Sostenible, nos brinda una oportunidad histórica para que tengamos un papel central en la transformación de la matriz energética.

Uno de los grandes desafíos que enfrentamos como humanidad, es Transformar nuestra Matriz Energética. Es imprescindible frente al Cambio Climático. Es una de nuestras mayores responsabilidades como generación.

Debemos pasar de un sistema de producción de energía basado en hidrocarburos, fuertemente centralizado, a un sistema basado en energías renovables, fuertemente distribuido, con un esquema de redes inteligentes de productores y consumidores.

Este es un tema que se ha discutido en el VIII Congreso Continental de Derecho Cooperativo, en Asunción, el año pasado.

Allí participó mi amigo Ángel Echarren, abogado, vicepresidente de FEDECOBA, y presidente de la Comisión de Normativa de COOPERAR, compartiendo la experiencia argentina, y volvió muy entusiasmado con la presentación de Isabel Gemma Fajardo García, una destacada profesora de la Universidad de Valencia, que presentó el debate europeo sobre las Comunidades Energéticas Cooperativas.

Esta investigadora detalló la fuerte apuesta que está realizando la Unión Europea para que los ciudadanos tengan un papel protagónico en la transición energética a través de la organización de comunidades energéticas que unan las fuerzas de los consumidores para garantizarse energía limpia a un precio razonable, para reducir el consumo energético y para contribuir a la mejora ambiental.

Y en esta apuesta, dijo esta investigadora, el modelo de las cooperativas eléctricas tiene un papel muy destacado a cumplir.

Esto se está discutiendo en el mundo, y es una oportunidad también para nuestro país.

El cooperativismo debe estar en primera línea en la discusión de los marcos regulatorios que requiere la transformación energética, bregando por la participación ciudadana y facilitando el papel de nuestras cooperativas eléctricas en la movilización de recursos locales económicos y humanos hacia la producción de energía de fuentes renovables, con responsabilidad social y ambiental.

Por supuesto, estos nuevos y grandes desafíos del derecho cooperativo, no nos pueden hacer olvidar que todavía tenemos muchos temas pendientes. Por ejemplo, todavía no hemos logrado un adecuado reconocimiento de nuestras cooperativas eléctricas como organizaciones de consumidores dentro de los Marcos Regulatorios del Servicio Eléctrico.

Nuestra inteligencia estará en saber superar los viejos temas todavía irresueltos, aprovechado el nuevo papel que deben jugar los usuarios de cara a la transformación energética.

Lo mismo respecto a la compleja relación entre el Derecho Laboral y el Derecho Cooperativo.

La radical transformación que está enfrentando el mercado de trabajo nos brinda una gran oportunidad para mostrar las potencialidades del cooperativismo de trabajo ante los nuevos desafíos.

Son temas muy complejos, pero tengo una profunda confianza en nuestro Movimiento Cooperativo y en nuestro Derecho Cooperativo.

En el Foro Valor Argentino, que recién les comentaba, di mi testimonio, como Presidente de la ACI, sobre el enorme respeto que se ha ganado el cooperativismo argentino en el mundo.

Y expliqué que ese respeto se debía, en gran medida, a la enorme diversidad de cooperativas que hemos sabido desarrollar a lo largo de nuestra historia y de nuestra geografía.

Muchos países tienen cooperativas, pero ninguno tanta diversidad. No hay actividad donde no estemos presentes.

Esa diversidad, fue posible gracias a una legislación que ha sido lo suficientemente sabia y flexible como para permitirla.

La ley 20.337, cuyo aniversario hoy estamos celebrando, y su antecesora, la ley 11.388, de 1926, han sabido dar un marco adecuado para el desarrollo de la iniciativa autónoma de nuestros hombres y mujeres cooperativistas en todos los campos de la actividad humana.

Creo, además, que la Ley 20.337 hizo una enorme innovación, de vanguardia, al incorporar a nuestro viejo y querido Instituto Nacional de Acción Cooperativa, con participación de las cooperativas en su Directorio, a partir del antecedente de la ley 19.219.

Que es el modelo que aún sostenemos en el INAES, ahora sumando la participación de las mutuales

Este modelo de co-construcción de políticas públicas, con participación de la sociedad civil organizada, fue de vanguardia, y es muy reconocido por el resto del cooperativismo en el mundo.

En estos momentos electorales, creo que es muy importante que el cooperativismo defienda este modelo de gestión estatal, donde el organismo que controla, registra y promueve a las cooperativas y mutuales está gestionado con la participación de los directos interesados.

Es un modelo que hay que defender, y esto hay que hacerlo de cara a los que hoy están disputando el control del Estado.

Debo confesar, si me permiten la digresión, que me suena muy viejo, muy rancio, muy pasado de moda, volver a debatir, como lo están haciendo algunos candidatos, sobre si más o menos Estado, si más o menos mercado.

A los cooperativistas no nos importa si es más o menos Estado, más o menos mercado, nos importa cómo funciona el Estado y cómo funcionan los mercados.

Recuerdo que estaba terminando de escribir mi libro “Principios Cooperativos en Acción” cuando estalló la Pandemia. En ese momento también volvió con fuerza esa vieja discusión.

Había algunos preocupados porque el fuerte rol de los Estados en esa emergencia iba a dar a lugar a totalitarismos, a falta de libertades. ¿recuerdan?

En ese contexto, el contexto de la Pandemia, escribí lo siguiente, que me parece tiene mucha actualidad frente a las ideas que se están debatiendo en estos días:

“No se trata del mercado como imperio de la libertad y del Estado como imperio de la igualdad. Se trata de nuestro empoderamiento como ciudadanos. De nuestra capacidad para garantizar que el Estado esté al servicio de nuestras libertades y la capacidad para poder participar del mercado en condiciones de equidad”.

“No sirve ningún sistema de vigilancia si no contamos con ciudadanos responsables y organizados que den respuesta a las necesidades de cada familia, que controlen y democraticen el ejercicio del poder público”.

“No alcanza tampoco el funcionamiento de los mercados para garantizar la libertad si no contamos con organizaciones de la sociedad civil que democraticen el poder económico, que contrarresten las tendencias concentradoras del sistema capitalista y faciliten la incorporación de todos a una economía de intercambio, democratizando las condiciones de acceso a los recursos necesarios para participar del Mercado y compensando las asimetrías existentes en cada una de las cadenas de valor, comenzando por el empoderamiento de los consumidores, los productores y los trabajadores”.

Así escribí durante la pandemia, y creo que es bueno recordarlo hoy. No importa la cantidad de mercado o de Estado, importa cómo funcionan.

No nos gustan los mercados si están controlados por los monopolios, ni nos gustan los Estados sin participación ciudadana.

Y creo que, en este segundo aspecto, la Ley de Cooperativas hizo, como les decía, un aporte sustancial. Nos señaló con el INAC un modelo de Estado con participación ciudadana, que hoy, más que nunca debemos defender y mostrar con orgullo.

Este temprano y adecuado desarrollo de nuestro Derecho Cooperativo, nos ha permitido un papel de liderazgo en el contexto regional.

Los ocho Congresos Continentales de Derecho Cooperativo, desde aquel primero en Mérida, Venezuela, en 1969, hasta el que octavo, el año pasado en Asunción, siempre tuvieron a nuestros hombres y mujeres del derecho cooperativo en un papel muy significativo.  Esa historia, nos tiene que dar mucha confianza de cara al futuro.

Seguramente debemos trabajar en mejorar las normas que regulan a nuestras cooperativas. Creo que hemos hecho mucho en los últimos años con varias nuevas resoluciones del INAES.

Acabamos de aprobar cuatro nuevas, que han sido elaboradas por la Comisión de Normativa de Cooperar, que espero estarán pronto publicadas en el Boletín Oficial y que se suman a muchas otras en estos cuatro años, que han sido elaboradas con la colaboración de la Comisión de Normativa de COOPERAR.

Estamos muy entusiasmados en el Directorio del INAES con la redacción de un Digesto Cooperativo, donde se ordenen, en un solo texto, todas las resoluciones generales del INAES.

Ojalá podamos aprobarlo antes de fin de año.

Todo esto es muy importante. Pero creo que las grandes batallas de este presente no pasan por la discusión entre cooperativistas. Debemos incidir desde nuestra visión, desde el Derecho Cooperativo, en los grandes debates que enfrentamos como sociedad.

Como he procurado transmitirles en estos minutos, no hay defensa del derecho al trabajo decente, sin un reconocimiento del trabajo asociado y cooperativo en el marco de derecho laboral; no hay buena regulación de la economía de las plataformas, sin un modelo cooperativo que empodere a sus usuarios y trabajadores; no hay transición energética con participación ciudadana, sin un reconocimiento y acompañamiento a los usuarios organizados en cooperativas.

Y seguramente hay otros temas. Se está discutiendo en estos días el derecho al cuidado, y este derecho debe tener en cuenta el modelo cooperativo; se están nuevamente discutiendo temas fiscales y nosotros tenemos varios temas pendientes respecto al IVA, a los Ingresos Brutos, al Impuesto a los Débitos y a los Créditos, y al Impuesto a las Ganancias.

Permítanme que me detenga unos minutos en este tema. Los tiempos electorales me obligan. Los tiempos electorales y los tiempos del FMI, que lamentablemente ha vuelto a nuestra historia.

Ustedes saben, y muchas veces nos lo ha recordado el Contador Masón: cada vez que habla el FMI, hay peligro de Impuesto a las Ganancias para las cooperativas.

Si ustedes miran los últimos presupuestos nacionales, siempre aparece el rubro “Gastos Tributarios”. Son los ingresos que pierde el Estado por no cobrar determinados impuestos. Y ahí nos ponen a nosotros. Ahí suman lo que no pagamos las cooperativas por estar exentos.

Y ahí van que querer apuntar de nuevo los que están tan preocupados por reducir los gastos del Estado.

El error, como todos ustedes saben, es que las cooperativas estén exentas. Las cooperativas no deben estar exentas. Debe reconocerse que no son sujetos de ese impuesto.

Esto requiere el reconocimiento, por parte de las normas fiscales, del acto cooperativo, artículo 4º de la ley de cooperativas.

A 50 años de vigencia de este artículo, este es un tema pendiente y de alto riego en la actual coyuntura.

Está claro, entonces, que no sólo se trata de los nuevos desafíos del Derecho Cooperativo, sino también de muchas batallas pendientes.  Y esto es así en Argentina y en el resto del mundo.

Pero, insisto, soy optimista. La historia de nuestro movimiento, la historia y reconocimiento de nuestro Derecho Cooperativo, las expectativas de la ONU (es decir de las naciones del mundo) por la contribución de la Economía Social y Solidaria al Desarrollo Sostenible, nos permiten ser optimistas.

Los invito a todos y todas a ser optimistas, y hacer honor a nuestra historia, asumiendo la responsabilidad de llevar el modelo cooperativo al centro de las grandes transformaciones que debe enfrentar la humanidad.

Gracias por permitirme compartir este momento con todos ustedes, y nuevamente gracias al cooperativismo del Sur bonaerense por aprovechar este Aniversario para defender a nuestro Derecho Cooperativo, que es defender a nuestras cooperativas.»