«Recuerdo que hace dos años tuve el honor de visitarlos, al celebrar los 70 años de la Liga de Cooperativas.

Recuerdo que habían sufrido hacía poco dos huracanes que habían destruido gran parte del país y que las cooperativas aparecían como potentes herramientas de reconstrucción. Sé que hace algunos meses nuevamente las cooperativas jugaron un rol importante tras otro acontecimiento doloroso como fueron los terremotos que afectaron a Puerto Rico.

Esto demuestra que las cooperativas están siempre al lado de sus comunidades cuando estas más lo necesitan. Y habla también de la enorme capacidad de movilización y de sensibilidad del movimiento cooperativo puertorriqueño.

Por si fuera poco, hoy les toca vivir, al igual que al mundo entero, una pandemia inédita que está costando casi medio millón de vidas en todo el planeta y que está causando daños tremendos en materia económica.

¿Qué estamos haciendo las cooperativas? Nuevamente, poniendo a disposición toda nuestra capacidad de acción en los territorios para mitigar las consecuencias de esta emergencia sanitaria, económica y social.

No tengo que contarles yo que hoy la situación de las cooperativas es tan complicada como la de la gran mayoría de las empresas y de las entidades sociales que han sido fuertemente golpeadas por la pandemia.

Pero nosotros, que no podemos irnos de los territorios, que estamos sostenidos por la fuerza y la participación de nuestros asociados, seguimos haciendo lo que mejor sabemos: gestionar la ayuda a las personas en el lugar donde emergen las necesidades.

Hoy estamos siendo capaces de cuidar las fuentes de trabajo, aún en momentos de fuerte sangría en el mercado laboral.

Estamos atentas a facilitar todo lo que esté a nuestro alcance para salvar vidas, para lograr la subsistencia de las familias más afectadas por la crisis, y para mostrar una luz al final de este túnel tan oscuro en que la humanidad hoy se encuentra.

En la Alianza Cooperativa Internacional venimos recogiendo, a través de una plataforma colaborativa, las distintas acciones que están llevando adelante las cooperativas.

Ahora mismo, a lo largo y ancho del planeta, hay cooperativas de salud que están en la primera línea de combate frente al coronavirus, pero hay también muchísimas cooperativas que están garantizando alimentos, que están desarrollando tecnologías y facilitando la conectividad, que siguen brindando servicios esenciales, que están implementando planes para mejorar el hábitat, que están ejecutando ayudas financieras para sostener el consumo de las familias y la producción de insumos básicos para la población, que están comunicando con responsabilidad…

Esto nos lleva a asumir algunos retos, entre ellos, el de hacer valer nuestro rol clave como sostén económico y social de nuestras comunidades para tener un lugar protagónico en el camino del desarrollo sostenible.

La Alianza Cooperativa Internacional viene trabajando fuertemente en esa agenda de 17 objetivos que planteó Naciones Unidas.

Agenda que incluye, entre otros, la Acción por el Clima, sobre el cual hemos basado nuestro mensaje para celebrar este 4 de julio el Día Internacional de las Cooperativas.

Pero no es el único. La producción y el consumo sostenibles, la equidad de género y el fin de la pobreza son otros de los objetivos que debieran ser cumplidos en el plazo de los próximos diez años y en los que podemos hacer enormes contribuciones.

Ahora bien, nos mentiríamos si dijéramos que la pandemia no pone en jaque esta proyección.

La verdad es que, si bien salieron a primer plano muchas desigualdades sociales que en tiempos entre comillas normales no son atendidas, y si bien como dije antes la Naturaleza recupera terreno apenas deja de ser maltratada por la constante actividad humana, nada hace pensar que surgirá por sí solo un orden mundial más sostenible.

A la magnífica crisis sanitaria, social y económica que el planeta entero atraviesa, y que está costando casi medio millón de vidas a esta altura, se suman la exacerbación de los nacionalismos xenófobos, la intensificación de odios sociales y las fuertes tensiones que ponen en peligro la estabilidad geopolítica mundial.

En este escenario, es difícil pensar cómo puede prosperar una alianza global para el desarrollo sostenible, tal como está en el ODS 17.

¿Qué oportunidades tenemos, entonces, los cooperativistas? En la ACI nos habíamos propuesto antes de la pandemia reafirmar la identidad cooperativa, en ocasión de celebrar este año el 125 aniversario de esta organización que nos cobija a los más de mil millones de miembros de cooperativas que hay en el mundo.

En este 2020 se cumplen además 25 años de la Declaración de Identidad Cooperativa.

Si bien, por obvias razones, no vamos a poder juntarnos todos a conmemorar estos hitos y a actualizar nuestra mirada sobre la identidad cooperativa, seguimos convencidos de que es el momento de consolidar y ofrecer al Mundo la herramienta de la cooperación para salir de la crisis.

Todo lo que están realizando las cooperativas en este momento es admirable, pero es además la confirmación de que el papel de la economía de lucro así como el de los Estados no alcanza a satisfacer todas las necesidades que hay en una sociedad.

Mucho menos en momentos como este.

Hay respuestas que sólo pueden dar las empresas arraigadas en los territorios, que tienen resiliencia ante las crisis y que se fundan en valores como la solidaridad, la responsabilidad y la ayuda mutua.

Esta es la identidad cooperativa puesta en acción.

Estos son los principios y valores cooperativos al servicio de un Mundo que tiene más preguntas que respuestas, que todavía no tiene claro cómo ni cuándo va a poder dar por superada la crisis y que necesita imperiosamente alternativas a modelos basados en la exclusión, la intolerancia y la degradación ambiental.

Esa alternativa es la solidaridad organizada, en manos de los propios ciudadanos, dándose a sí mismos las herramientas que otros no pueden o no quieren darles.

Esto es, entonces, lo que hoy debemos poner en valor, no solamente para atravesar la crisis si no para salir de ella.

Debemos ser claros en que, sí, es posible avanzar en el camino del desarrollo sostenible. Pero que para eso es necesario consolidar un sistema de relaciones locales, nacionales, regionales y globales basadas en la cooperación, en la democracia y en la justicia social.

No sólo es posible, si no que es probablemente el único camino para que tengamos nosotros y las generaciones que vienen, la posibilidad de habitar un mundo digno de ser habitado.

Nuestra casa común está en peligro. Las economías están fuertemente golpeadas y el sistema mundial tal como lo conocimos en las últimas décadas está severamente tensionado.

Mientras dure la pandemia, debemos tratar de reconstruir las economías impulsando los entramados solidarios de cada territorio. Y debemos, al mismo tiempo, ayudar a salvar todas las vidas posibles.

Nosotros demostramos que es falsa la dicotomía entre la economía y la vida. Porque practicamos una economía al servicio de la vida, y no al servicio del Dios dinero.

Tenemos suficiente trayectoria, suficiente arraigo en los territorios y suficiente capacidad de proyectar un futuro colectivo como para ponernos al frente de esta batalla.

Les agradezco muchísimo que me hayan dado esta oportunidad de compartir algunas ideas con ustedes y los invito a seguir trabajando para construir juntos un mundo más solidario, un mundo más justo, un mundo para todos.»