Foro Global de la Economía Social (GSEF, por sus siglas en inglés), sesión plenaria N°5: ESS como un mecanismo para resolver los retos globales desde una perspectiva local y territorial:

«La Alianza Cooperativa Internacional está integrada por 312 organizaciones de 109 países. En el mundo hay 300 millones de cooperativas con 1200 millones de asociados.

Cada una de estas cooperativas ha nacido desde las necesidades y aspiraciones de personas integrantes de una comunidad y un territorio. Son, como todas las experiencias de la economía social y solidaria, resultado de esfuerzos locales para responder a los intereses locales.

Si tuviera que resumir los 125 años de la historia de la ACI, diría que su tarea ha sido contribuir, desde una red global, a mejorar las condiciones para el desarrollo de las cooperativas locales.

Esto ha sido así porque los y las cooperativistas siempre han sabido que las posibilidades para su desarrollo local, están condicionadas por reglas de juego a nivel nacional y global.

Por eso, si realmente queremos que la ESS sea un camino para enfrentar los retos globales, debemos invertir esfuerzos para lograr una toma de conciencia global sobre la necesidad de reglas de juego que favorezcan a nuestros modelos de organización económica.

Nuestra expectativa es que este Foro contribuya en ese sentido.

No alcanza con la iniciativa local si realmente queremos construir una nueva economía global, construida desde las aspiraciones locales.

En primer lugar, debemos mejorar el acceso al financiamiento. Si el mundo quiere economía social, debe invertir en economía social.

Debemos promover que los fondos dirigidos al financiamiento de proyectos de cuidados, de desarrollo rural, de servicios públicos esenciales, entre otras áreas sensibles en términos de creación de trabajo decente y sostenible, sean prioritariamente dirigidos a las empresas que por su gobernanza garanticen su ajuste con el desarrollo sostenible.

Y no estoy hablando solo de fondos públicos orientados a la promoción, o de cooperación internacional. También hay discutir las reglas de juego del sistema financiero global. Si no recomponemos la relación del sistema financiero con las necesidades del desarrollo local, y en particular, si no lo subordinamos al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, va a ser muy difícil que la ESS contribuya en forma significativa a los retos globales.

Si la prioridad es el desarrollo sostenible, entonces el financiamiento debe dirigirse prioritariamente hacia los modelos empresariales que por su gobernanza lo garantizan.

También necesitamos normas que faciliten nuestro desarrollo. Gran parte de los 125 años de la ACI los ha transcurrido batallando por el reconocimiento de la naturaleza específica de nuestras empresas en el marco de la legislación impositiva, de la legislación laboral, de defensa del consumidor, en el marco de las regulaciones financieras y de las regulaciones a los servicios esenciales. Este trabajo requiere capacidad técnica, es decir, tener claro cuáles son los problemas y las soluciones, pero también, y fundamentalmente, capacidad política, para construir alianzas sociales que acompañen nuestros reclamos.

Por eso, los invito a que sigamos trabajando juntos, transformando esta crisis en una oportunidad para construir consenso sobre la necesidad de normas que no nos discriminen.

De esta manera, estaremos haciendo aportes fundamentales para que todo el esfuerzo de intercoooperación que realizamos a escala global tenga un impacto positivo en cada localidad, en cada país, en cada región.


Cuando se aprobaron los ODS, cambió la concepción del desarrollo. Antes la discusión era cómo debíamos hacer para que el desarrollo llegase a todos.

Ahora, el punto es qué debemos hacer para cambiar la forma en que nos desarrollarnos.

El objetivo no es sólo que el desarrollo nos llegue a todos. Es cambiar la forma en que nos desarrollamos. Si no, el planeta no alcanza. Así de simple.  

Este debate hay que llevarlo al plano local, y en especial al seno de la ESS.

La ESS es un camino para cambiar el modelo de desarrollo desde el plano local, no sólo para incluir a los más débiles.

Por eso hay que invitar a nuestras comunidades y a nuestros gobiernos locales, a hacerse las preguntas correctas, y luego mostrarles que tenemos las mejores respuestas.

¿Dónde estamos poniendo nuestros ahorros? ¿En instituciones que financian el desarrollo local o en fondos especulativos? ¿Dónde compramos? ¿en organizaciones donde los consumidores pueden priorizar el cuidado del ambiente y la salud, o en cadenas manejadas por oligopolios? ¿quién se encargará de cambiar la matriz energética, el que está pensando en el negocio, o el usuario que está en el territorio? ¿la economía circular será resultado de la competencia o de la colaboración? ¿para quién trabajamos, para un desconocido que quiere lucrar, o para atender las necesidades de nuestra comunidad? Estas preguntas competen a todos los ciudadanos, no solo a los más postergados.

Hay que presentar estas cuestiones en las comunidades locales, y mostrar que invertir en economía social es una necesidad para todos y todas.

No se trata sólo de promover la solidaridad con el más débil. Se trata promover la cooperación como un paradigma de organización económica indispensable para alcanzar el desarrollo sostenible.

Ese es el desafío, llevar los objetivos de desarrollo sostenible al plano local, y demostrar que el camino para hacerlo es la ESS. Y para eso hay que comenzar por hacerse las preguntas correctas.

La ESS no es una mera ambulancia para los heridos. Es el modelo más adecuado para que entre todos nos cuidemos y para que cuidemos el planeta.


La pandemia ha desnudado nuestra fragilidad ambiental y social. Nos ha mostrado el carácter local de nuestras fragilidades, y nos ha enseñado que se requiere coordinación global para superar el desafío de un virus.

La humanidad no debe desperdiciar este aprendizaje. Mucho menos cuando tenemos frente a nosotros el enorme reto de la crisis ambiental.

Esto requiere que la ESS actúe en los dos planos. En el plano global debe exigir el cambio de las reglas de juego. Como dije al inicio, hay que discutir la orientación del financiamiento, hay que modificar la arquitectura del sistema financiero global, y hay que cambiar las normas de cada país para que efectivamente favorezcan los modelos de la economía social y solidaria, que en casi todo el mundo deben remar contra la corriente.

Pero claro, nuestra principal tarea está en el plano local, donde la ESS nació y está presente. En ese plano debemos avanzar sobre aquellos espacios de la economía que resultan indispensables en términos del cuidado de las personas y del ambiente: la economía circular, las energías renovables, la economía verde, la economía del cuidado, la economía digital, la agroecología.

Allí tienen depositadas las esperanzas los hombres y mujeres preocupados por el futuro de la humanidad, y hacía allí debemos mover los modelos de la economía social y solidaria.

Para esto hay que innovar. No necesariamente los modelos que sirvieron en el siglo pasado, nos servirán en el futuro.

Los que sí son permanentes, son nuestros valores, aquellos valores que muchos creen que no tienen que ver con la economía, pero que para nosotros deben ser su base constitutiva: la ayuda mutua, la solidaridad, la cooperación y, fundamentalmente la democracia.

Porque de eso se trata, de construir economía desde la democracia. Si hay democracia en la economía, se puede construir un futuro mejor con protagonismo de la comunidad local.

Finalmente, Guarco valoró experiencias como la que en nuestro país están llevando adelante Cooperar y sus asociadas junto gobiernos locales, a través de la Red de Municipios Cooperativos.

https://twitter.com/icacoop/status/1319639211369168897