Presentación en el Foro de múltiples partes interesadas sobre el tema prioritario: “Recuperación inclusiva y resiliente del COVID-19 para medios de vida sostenibles, bienestar y dignidad para todos: erradicar la pobreza y el hambre en todas sus formas y dimensiones para lograr la Agenda 2030”, convocado como parte de la 60° sesión de la Comisión de Desarrollo Social de Naciones Unidas.

«Es un verdadero honor para mí poder compartir con ustedes en esta jornada algunas ideas y experiencias que viene llevando adelante el movimiento cooperativo a nivel global.

En primer lugar, quisiera contarles que este movimiento está compuesto por 3 millones de empresas, con mil doscientos millones de personas asociadas, en países de todos los continentes.

Creo humildemente que se trata de la mayor Red Global de Empresas con una Identidad Común. Una Identidad forjada a lo largo de casi dos siglos, basada en Valores y Principios que nos definen y que nos hermanan a lo largo y ancho del planeta.

Nuestra Casa Común, la Alianza Cooperativa Internacional, tiene 126 años de historia y representa a todas las regiones y a todos los sectores de la economía, en los que se desempeñan las cooperativas.

La ACI es, además, la primera entidad no gubernamental que recibió estatus consultivo en Naciones Unidas y comparte diversas instancias con organismos que son parte de la ONU, como esta en la que estamos participando el día de hoy.

Nos convoca un problema muy complejo, y quizá el más doloroso en este momento de la historia de la humanidad, que además de sufrir la pérdida de más de 5 millones y medio de personas a causa del Covid-19, enfrenta lo que podríamos definir como otra pandemia, para la cual aún no encontramos como humanidad un antídoto eficaz.

La pobreza extrema y el hambre, que sufren millones de hermanos en distintos lugares del Mundo, se han agravado por el impacto de la catástrofe sanitaria que vivimos desde fines de 2019.

Aun cuando muchas economías muestran un repunte en los últimos meses, los propios números de Naciones Unidas nos advierten que este año el crecimiento será menor al de 2021 y que, en simultáneo, la pobreza extrema afectará en los próximos meses a 64 millones de personas más que en 2019.

Por otro lado, de acuerdo con datos de la OIT, se han perdido más de 130 millones de puestos de trabajo.

Como es notorio, luego de este impacto sanitario, social y económico que todos estamos sufriendo en mayor o menor media, se alejan cada vez más las posibilidades de lograr una recuperación justa, donde nadie quede atrás.

Por eso, creo que es imprescindible que desde las organizaciones de la sociedad civil podamos pensar e integrar propuestas que colaboren, junto con los Estados y los organismos supranacionales, a revertir este proceso.

En primer lugar, quiero decir que las cooperativas hemos hecho un gran esfuerzo en estos meses para sostener el abastecimiento de servicios y de bienes básicos para la vida de empresas, hogares y comunidades en general.

Empezando por las cooperativas de salud, que están en la primera línea de batalla frente al Covid, y continuando con todas las dedicadas a la producción agroindustrial, las de servicios públicos, las de telecomunicaciones, las de consumidores, las de trabajo asociado, las de vivienda, y muchas otras que mostraron, una vez más, la resiliencia de este modelo de organización económica y social en los momentos de crisis.

Si la pandemia del Covid 19 ha exacerbado el hambre y la inseguridad alimentaria, las cooperativas han seguido protegiendo la producción de alimentos de los pequeños agricultores y manteniendo viva la cadena de valor de los alimentos a través de economías de escala.

Al mismo tiempo, al estar arraigadas a nivel local, han logrado acortar las cadenas de suministro al establecer líneas de compra directas entre las cooperativas de productores y consumidores, lo que reduce el riesgo de inflación en el precio de los alimentos.

Bancos de alimentos; suministro de semillas y desarrollo de capacidades para cultivar alimentos en el hogar; así como el apoyo financiero a grupos vulnerables y el acceso a los mercados de productores locales, son otras de las acciones que nuestras organizaciones han llevado adelante.

Ahora bien, nuestra capacidad para contener las demandas sociales en la emergencia no debe quitarnos de vista nuestro principal objetivo, que es democratizar el sistema alimentario, de manera que los productores, los consumidores, los trabajadores y la comunidad sean activos participes de la transformación requerida por los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Producto de nuestro trabajo conjunto con la FAO, plasmado en un memorando de entendimiento firmado en 2018, y de nuestro firme compromiso con la Agenda 2030, pero, fundamentalmente, producto de nuestra larga trayectoria en la organización de la producción y el consumo de alimentos, nos sentimos en condiciones de ser activos aportantes a la resolución de esta problemática y estamos a disposición de las diversas instancias que existan para ello, como por ejemplo los Grupos de Soluciones y de Compromisos de Actuación convocados desde Naciones Unidas en la pasada Cumbre de 2021 sobre los Sistemas Alimentarios.

Es importante señalar que, si se quiere desarrollo inclusivo y resiliente, entonces deben promoverse modelos de organización empresarial que hayan demostrado su capacidad para ser inclusivos y resilientes.

En este sentido, debemos poner en valor el Informe sobre las Cooperativas y el Desarrollo Social emitido el año pasado por el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, donde reconoce la importancia de estas empresas como actores económicos y sociales clave en la estrategia de recuperación global, instando a acciones políticas y programáticas por parte de los Gobiernos, así como a la aplicación de marcos legales que permitan a las cooperativas prosperar.

Sabemos que muchos gobiernos han adoptado y aplicado la Recomendación 193 de la OIT, sobre la promoción de las cooperativas, pero aún faltan marcos legales y normativos adecuados en muchos lugares, a nivel nacional y regional, lo que restringe a las cooperativas para alcanzar su pleno potencial como agentes de Desarrollo Social.

Aun así, somos optimistas. La Alianza Cooperativa Internacional es cada vez más escuchada en los ámbitos globales y en distintos países del Mundo, mientras nuestro movimiento cooperativo está siendo protagonista en un momento crítico de la humanidad, con enormes desafíos sociales, económicos y ambientales que urge superar.

Estamos convencidos de que no podremos revertir la pobreza y el hambre si no adoptamos un paradigma cooperativo, que asegure crecimiento económico con trabajo decente, equidad de género y cuidado de los ecosistemas, entre otras condiciones.

Invitamos a todos los actores que son parte de estas jornadas, a las organizaciones de la sociedad civil, académicas, gobiernos y a la Comisión de Desarrollo Social de Naciones Unidas, a seguir trabajando juntos para salir de esta crisis mejor de lo que entramos a ella y para reconstruir juntos este Mundo y hacer de este Mundo un lugar donde todos podamos vivir dignamente.