Mensaje en la clausura de la Conferencia Regional que se realizó en Comayagua, Honduras, el 30 de noviembre.

«Estamos culminando una Conferencia que seguramente va a dejar una huella profunda en nuestra región americana.

Por la calidad de las exposiciones, por la cantidad de participantes, por la hospitalidad de nuestros anfitriones y porque hemos puesto sobre la mesa temas cruciales para afrontar este momento histórico en el continente, pero también a nivel mundial.

Estoy seguro de que las contribuciones del cooperativismo americano a la superación de los desafíos económicos, sociales y ambientales que tenemos como humanidad serán reconocidas por el resto del movimiento cooperativo mundial y por los distintos actores gubernamentales, de organismos internacionales y de otros sectores de la sociedad civil organizada, que forman parte del ecosistema solidario que hoy estamos fortaleciendo.

Porque este tipo de encuentros nos permiten dialogar, intercambiar y aprender, pero sobre sobre todo nos permiten reconocernos en nuestras fortalezas y debilidades, avizorando oportunidades y amenazas, para a partir de allí armarnos de las herramientas necesarias que potencien el accionar de cada organización en su territorio.

Yo celebro y agradezco sinceramente el tiempo que nos hemos dado en estos días para poner sobre la mesa cuestiones tan relevantes como el rol de las cooperativas en la democratización de los sistemas agroalimentarios, del sistema financiero; en la generación de trabajo digno, en el desarrollo local; en la construcción de un hábitat sostenible, con servicios controlados por las comunidades; en la superación de las brechas y desigualdades que afectan especialmente a mujeres y jóvenes…

También hemos abordado con minucioso detalle las oportunidades de alianzas intercontinentales, por ejemplo, la UE-CELAC; la incidencia en políticas públicas y la necesidad de sistematizar la incubación de emprendimientos cooperativos de cara al futuro.

Todo esto nos habla de la pertinencia de realizar este tipo de encuentros y de que la gran tarea que venimos realizando en distintos ámbitos debe ser potenciada, fortalecida y puesta a disposición de los distintos desarrollos regionales y sectoriales que nos tienen como protagonistas.

En ese sentido, quiero contarles que estamos encarando desde la Alianza Cooperativa Internacional una serie de desafíos, muchos de los cuales ustedes conocen muy bien, y que tienen que ver con seguir profundizando un esquema abierto, transparente y dinámico de gobernanza donde cada miembro tenga la posibilidad de aportar debidamente a la construcción de esta que, como dije ayer, es la Casa Común de todos los cooperativistas del mundo.

Por eso, además de haber reformado los estatutos para poder incorporar al Board a todos los sectores que, junto con las regiones, conforman los pilares de esta Casa, y luego de haber dado un lugar en el Board a los comités de Equidad de Género y Juventud, estamos ahora actualizando las fórmulas de membresía y de votación para que ésta exprese de forma auténtica el peso, el volumen y las posibilidades de cada organización asociada.

Esta readecuación de algunos mecanismos de gobernanza y de participación de la membresía contiene el mismo espíritu que nos llevó, con el consenso del continente americano, a proponer a toda la familia de la ACI un cambio de rumbo allá por 2017.

Queríamos una ACI más cercana a los miembros, arraigada en los territorios, participativa, abierta y protagonista de los desafíos globales.

Como dijimos ayer, y como creo que fue ampliamente ratificado con las exposiciones de cada panel realizado en esta Conferencia, lo estamos logrando.

Y lo seguiremos logrando, seguiremos siendo protagonistas porque tenemos la convicción de ser el instrumento más adecuado para alcanzar a nivel mundial los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Y porque tenemos el optimismo necesario para llevar adelante la ardua tarea que nos depara la realidad de cada comunidad, en cada uno de nuestros países, en cada continente, y a escala global.

Desde América, siempre se ha tenido la predisposición de trabajar en alianzas estratégicas, hacia adentro y hacia fuera del continente, y estoy muy feliz como presidente de la ACI de que se haya avanzado en un segundo partenariado con la Unión Europea que va a redundar en más proyectos para llevar a cabo en esta y en las otras tres regiones que componen la Alianza Cooperativa Internacional.

Centradas en la equidad de género y el cuidado del ambiente, entre otros temas, estas iniciativas van a ayudarnos a potenciar nuestro impacto territorial y a trabajar fuertemente desde abril próximo de cara a otro hito que tenemos por delante, y que es el 2025 como Año Internacional de las Cooperativas.

Aprovecho esta ocasión para invitarlos también a participar de la Conferencia Mundial que realizaremos en Nueva Delhi, India, en noviembre del año que viene, donde seguramente muchos de los temas que tratamos en estas dos jornadas aquí, serán nuevamente puestos en valor.

En esa oportunidad también tenemos previsto homologar las reformas vinculadas a las cuotas de membresía y los votos de los miembros.

Encararemos esta agenda ya con un nuevo director general Jeroen Douglas, al mando de nuestra oficina global y con el respaldo que nos dan cada una de las regiones, sectores y comités.

Entendiendo que siempre la construcción de nuestras organizaciones es de abajo hacia arriba, siendo cada asociado el eslabón fundamental de esta cadena global que nos integra a nivel mundial.

Comprendiendo que la magnitud de los desafíos que enfrentamos conlleva una gran responsabilidad, y que esa responsabilidad nos impulsa a seguir encontrándonos, intercambiando ideas, miradas y propuestas, realizar acciones conjuntas y consolidar la integración dentro y fuera de cada región.

Esta Conferencia nos ha dado la oportunidad de avanzar varios pasos en ese sentido.

El cooperativismo americano está a la altura de las circunstancias.

Con el liderazgo de Graciela Fernández, acompañada por su Director Regional Danilo Salerno y el equipo de la oficina regional, el resto de los miembros del Board y el acompañamiento activo de todos los referentes de las organizaciones miembro de este continente, América tiene todo para avanzar en la puesta en marcha de proyectos que repongan el concepto y la práctica de la Economía al servicio de las comunidades.

A partir de esa recuperación de la economía como actividad comunitaria, podremos también reconstruir el tejido social dañado por la pandemia y también por las múltiples desigualdades que nos afectan.

Y podremos demostrar que la paz, la democracia y la equidad no son consignas vacías, sino que son precisamente el resultado de una economía donde el capital sea puesto al servicio de las personas, donde la solidaridad vaya de la mano de la eficiencia y donde los recursos naturales sean utilizados desde una óptica sostenible.

No hace falta ahondar demasiado en la complejidad de los tiempos que vivimos, donde se impone la necesidad de interpretar de forma rápida y al mismo tiempo cuidadosa, las vertiginosas demandas sociales que nos rodean, y actuar en consecuencia.

En otras palabras, atender lo urgente sin dejar de poner el foco en lo importante.

No podemos dejar de escuchar a los jóvenes, en la búsqueda de certezas para su futuro, pero también con ideas y prácticas nuevas que nos obligan a repensar los abordajes de nuestros servicios, proyectos y propuestas.

No podemos dejar de escuchar a los movimientos de mujeres organizadas, que revelan las desigualdades de género que históricamente existen en nuestras sociedades y, desde ya, también en nuestras organizaciones.

Debemos estar atentos a procesos que rápidamente están moldeando las maneras de pensar y actuar de nuestros conciudadanos, en medio de una revolución digital que aún no sabemos hasta dónde va a penetrar cultural, social y económicamente nuestro quehacer cotidiano.

Hay síntomas que deben preocuparnos, y ocuparnos. Ya hace dos años, un relevamiento advirtió que uno de cada cuatro americanos no estaba de acuerdo en que la democracia fuera el mejor sistema de gobierno. Hace pocos días, la organización Humans Right Watchs alertó que continúa la pérdida de confianza en la democracia en nuestra región.

Esto ocurre en una región que, a pesar de eso, está exenta por el momento de graves conflictos como los que lamentablemente están ocurriendo ahora mismo en Europa y Medio Oriente, con cuyas víctimas nos solidarizamos y movilizamos todos los recursos que están a nuestro alcance.

No podemos quedarnos de brazos cruzados. No podemos ser meros observadores. Tenemos una doctrina que nos permite pararnos ante cada escenario y actuar de manera consistente con las necesidades de las personas, las familias, las empresas y otras organizaciones que conforman nuestras comunidades.

Esa doctrina, que lleva 200 años de probada trayectoria, nos pone hoy en un lugar de vanguardia para abordar los desafíos que se nos presentan y demostrar que la democratización de los sistemas que rigen nuestra vida cotidiana es el mejor reaseguro contra la violencia, la injusticia y la exclusión social.

Si la democracia no conforma a todos, es en gran parte porque muchos están afuera de la posibilidad de acceder a los bienes más básicos para llevar adelante una vida digna.

Porque la Economía se ha transformado en un sistema de acumulación de capital, dejando a las personas y al ambiente en un segundo plano.

Nosotros tenemos un modelo que sirve para revertir ese escenario.

Somos empresas de propiedad conjunta, democráticamente controladas. No hay otro modelo de empresa igual al nuestro.

Y seguramente no seremos los únicos, pero sí somos los más eficientes a la hora de lograr prosperidad material de la mano del bienestar social y espiritual a la que cada ser humano aspira, y que puede ser el elemento central de una Paz Positiva, de una paz que no sea solo el cese de la violencia sino una paz estructural, fruto de los equilibrios sociales, económicos, culturales y ambientales en los que una sociedad puede desarrollarse de manera sostenible.

Queridos hermanos y hermanas de América, avancemos firmemente en los propósitos que se han planteado en esta Conferencia.

Pongamos definitivamente la Economía al servicio del Crecimiento y el Desarrollo Sostenible de cada uno de nuestros pueblos y ciudades; de nuestra región y del mundo entero.

Conjuguemos la Democracia y la Economía con más fuerza, más energía y más convicción que nunca, para que cada uno de nuestros asociados, nuestros compañeros y colegas; nuestros vecinos, sienta que tiene el futuro en sus manos.

Porque, efectivamente, el cooperativismo es el mejor camino para lograr juntos lo que no podemos hacer solos, para tener un futuro mejor cada uno de nosotros, como parte de una comunidad que nos contiene, nos impulsa y nos ayuda a llegar más lejos, sin dejar a nadie afuera y sin dejar a nadie atrás.

Amigos y amigas de América, muchas gracias por haberme invitado a compartir estas dos jornadas tan fructíferas con ustedes.

Felicitaciones presidenta, felicitaciones señor director, felicitaciones al equipo de la oficina regional, felicitaciones y muchas gracias a nuestros compañeros de Honduras por habernos brindado tan amable estadía.

Espero volver a encontrarlos pronto, sigamos adelante, tenemos muchos desafíos por superar, y estoy seguro de que juntos, lo vamos a lograr.»

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