Participación como expositor del tema Principios y Valores Cooperativos en la Conferencia Magistral Virtual organizada por la Cooperativa de Servicios Múltiples Profesionales, de Panamá, como parte de la celebración del Día Internacional de las Cooperativas.

«Nadie sabe esto mejor que los asociados de la Cooperativa de Servicios Múltiples Profesionales, mujeres y hombres de la salud que hace más de un año se encuentran en el frente de batalla contra este virus que está golpeando a toda la humanidad.

Creo que la pandemia nos servirá a todos para revalorizar el papel de todos aquellos que nos cuidan, que se hacen cargo de nuestras fragilidades como seres humanos y como sociedad.

Somos una sociedad que ha perdido demasiado tiempo y recursos apostando al individualismo y a la competencia.

Hemos perdido demasiado tiempo en una visión consumista alejada de los grandes desafíos que enfrentamos como humanidad.

Por eso, este es un momento apropiado para revalorizar las profesiones de los que nos cuidan, como son todos los trabajadores de la salud, y revalorizar también todos los modelos de organización económica que ponen en el centro de su atención a las personas.

Y eso son las cooperativas. Empresas que ponen en el centro a las personas y que por lo tanto son las que mejor nos cuidan.

Por eso, muchas gracias a la Cooperativa de Servicios Múltiples por ayudarnos a celebrar este día, y por compartirlo con todos los hombres y mujeres de Panamá.

A ellos queremos decirles, desde la Alianza Cooperativa Internacional, que el modelo cooperativo es una herramienta eficaz para dar cuenta de los grandes desafíos que enfrentamos como humanidad.

Desde 1923, hace casi 100 años, la Alianza Cooperativa Internacional celebra este día.

Pero no es un día sólo de los cooperativistas. En 1995 la Asamblea General de Naciones Unidas declaró que cada primer sábado de julio es el Día Internacional de las Cooperativas. 

Esto nos pone orgullosos y significa al mismo tiempo una gran responsabilidad. Todas las naciones del mundo tienen grandes esperanzas en nuestra forma de construir economía.

Somos la gran esperanza porque hemos demostrado que se puede construir economía a partir del encuentro con el otro.

En estos tiempos de desamparo y de conflicto, hemos demostrado que se puede construir economía desde el interés de la comunidad y no desde el egoísmo.

Nuestra responsabilidad histórica es mucha más clara a partir de la crisis global que estamos atravesando. Nadie puede hacerse el distraído. No hay salud sin cooperación. No hay desarrollo sostenible sin cooperación. No hay paz sin cooperación.

Por eso la Alianza Cooperativa Internacional ha propuesto el lema “Reconstruir Mejor Juntos” para este Día.

Lo primero que quisiera señalares, es que el lema “Reconstruir mejor juntos” no es un lema inocente.

Refleja una mirada muy crítica sobre la forma en que se ha desarrollado gran parte del mundo.

No se trata sólo de derrotar al coronavirus y luego reencender los motores que se habían apagado por culpa de la pandemia.

No se trata sólo de reconstruir… sino de hacerlo mejor.

Y esto exige entender qué estábamos haciendo mal y qué debemos cambiar.

Esta pandemia ha puesto en evidencia las enormes fragilidades de nuestra sociedad. Debilidades que son consecuencia de la desigualdad y de la pobreza. No son un accidente de la naturaleza.

Son el resultado del tipo de desarrollo que hemos adoptado como humanidad.

Y esto no lo decimos sólo los cooperativistas. Esto es lo que planteó la Agenda 2030 de Naciones Unidas, aprobada en el 2015.

La pandemia nos encuentra a mitad del camino que nos habíamos trazado como humanidad para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y ha puesto en evidencia lo lejos que estamos de su cumplimiento.

En el medio de esta pandemia, que no logramos aún superar, hace pocos días se conocieron los primeros borradores del Informe del Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU. Es un informe lapidario.

No estamos logrando avances en el trabajo por la mitigación del cambio climático, y esto pone en riesgo nuestro futuro como humanidad.

Es indispensable llevar esta preocupación a cada una de nuestras comunidades.

Por eso, nuevamente gracias todos ustedes por celebrar en Panamá el Día del Cooperativismo. Porque es el momento para hacer visible nuestras propuestas, que están en el centro de los debates que tenemos que afrontar.

Muchos están discutiendo cuál debe ser el papel de los Estados frente a estos desafíos. Qué nuevas normas, qué nuevas políticas necesitamos. Y eso está muy bien.

Muchos también están discutiendo sobre los mecanismos de gobernanza global necesarios para enfrentar esos desafíos globales. Eso también está muy bien.

Los cooperativistas debemos participar en esos debates.

Pero nuestro deber histórico principal es otro. Debemos introducir en el debate el tema del modelo de empresa que elegimos para desarrollarnos.

Si no cambiamos el modelo de empresa que adoptamos para producir, para distribuir, para financiar, para invertir, para proveer de servicios, para cuidarnos, entonces no vamos a superar las fragilidades que ha puesto en evidencia esta pandemia.

No vamos a superar las enormes demoras que estamos teniendo para hacernos cargo del cambio climático. No vamos a superar la enorme desigualdad social que padecemos en todo el mundo, que es injusta y que nos debilita como civilización.

Ahora, nuestra responsabilidad como movimiento cooperativo, es señalar que no cualquier modelo de empresa es compatible con el desarrollo sostenible.

Esa es la gran hipótesis del cooperativismo desde hace más de 180 años. Si queremos una economía que genere una sociedad con igualdad, democracia y solidaridad, entonces debemos tener empresas organizadas a partir de los valores de la igualdad, la democracia y la solidaridad.

Si queremos construir economía con raíces, que supere las fragilidades que ha puesto en evidencia la pandemia, entonces debemos elegir los modelos empresariales que garanticen compromiso con la comunidad.

Esto nos lleva al tema de la Identidad Cooperativa.

La Identidad Cooperativa es nuestro modelo de empresa. El modelo que proponemos que sea elegido para reconstruir mejor juntos. Un modelo basado en Valores y Principios.

Para eso hemos convocado al Congreso Mundial Cooperativo, en Seúl, en diciembre de este año. Para profundizar la Identidad Cooperativa. 

A 25 años de la Declaración de Identidad Cooperativa, aprobada en el Congreso Mundial de 1995, en Manchester, hemos decidido celebrar un nuevo Congreso para profundizar y poner en valor nuestra Identidad.

Es nuestro principal aporte al debate frente a los desafíos que enfrentan nuestras comunidades.

Tenemos un modelo empresarial, definido en nuestra Declaración de Identidad Cooperativa, que es el más adecuado para construir una economía con raíces, que cuide a las personas y al ambiente.

Somos aquellas empresas que construimos economía a partir de la ayuda mutua y no de la competencia.

No somos eficientes porque queremos derrotar a nuestro vecino. Somos eficientes porque nos juntamos con el vecino para solucionar nuestros problemas comunes.

Somos aquellos que creemos en la democracia económica. Que sabemos que no alcanza con la democracia política si después no contamos con empresas donde podamos decidir democráticamente en qué se invierte, qué se produce, cómo se organiza el trabajo. Ese es el segundo principio cooperativo, el control democrático.

Somos aquellos que creemos en la organización autónoma de la sociedad civil. Ese es nuestro cuarto principio de autonomía e independencia.

Estamos más allá del debate de Mercado vs. Estado, o Estado vs. Mercado.

El punto es nuestro empoderamiento como ciudadanos. La capacidad para garantizar que el Estado esté al servicio de nuestras libertades y la capacidad para poder participar de los mercados en condiciones de equidad.

Somos la sociedad autónoma y democráticamente organizada, la que puede sumar coordinación social sin necesidad de control autoritario.

Somos también los que creemos que hay que compartir los saberes. Ese es el quinto principio, de educación, formación y capacitación.

Si la información es poder, nosotros creemos en la democratización de los saberes. No porque seamos generosos. Sino porque creemos que mientras más sepa mi vecino, mejor pensaremos juntos la solución de los problemas comunes.

Somos los que creemos que los recursos naturales están para satisfacer nuestras necesidades y las necesidades de nuestros descendientes, y no para multiplicar ganancias. Y por eso decimos que nuestro modelo es el mejor para cuidar el planeta.

Somos los que vemos en la necesidad de nuestro vecino una razón para cooperar, no una oportunidad para lucrar.

Como tantas veces hemos repetido, no somos empresas con responsabilidad social. Somos la responsabilidad social hecha empresa.

La comunidad que organiza empresas para hacerse responsable de la construcción de una sociedad donde todos cooperemos para enfrentar nuestros problemas comunes. Y aquí claramente ponemos en acción nuestros 6to. y 7mo. Principios de Integración y Compromiso con la Comunidad.

Toda eso es la Identidad Cooperativa, y ha quedado muy clara durante la pandemia.

En tiempos de catástrofes son más evidentes las ventajas de la cooperación por sobre la competencia y el individualismo. Si queremos desarrollo sostenible, que promueva la igualdad, el trabajo decente, la salud, la paz, que subordine el interés financiero a las necesidades de la humanidad, que trabaje por la igualdad de los géneros, entonces necesitamos modelos empresariales compatibles y convergentes con esos objetivos.

Pero toda esta Identidad Cooperativa no nos sirve de nada si no la ponemos en acción.

Si no mostramos que nuestros Principios Cooperativos, que son nuestras prácticas para organizar empresas, son adecuados para dar cuenta de los grandes desafíos que enfrentamos como humanidad.

Para contribuir a ese debate escribí el libro Principios Cooperativos en Acción frente a los desafíos de la agenda global.

Sé que algunos de ustedes ya lo tienen y los invito a que nos hagan llegar sus críticas y sus aportes. 

El objetivo del libro es discutir cómo los cooperativistas participamos de los desafíos de la agenda global.

Sueño que, cuando nos vean, digan “ahí vienen los cooperativistas, los que saben cómo organizar empresas que cuiden el ambiente, que ofrezcan alimentos sanos, que cuiden a las personas, que incorporen la perspectiva de género a todos los ámbitos de la actividad económica”. Eso es Identidad Cooperativa

La Cooperativa de Múltiples Servicios Profesionales ha demostrado en Panamá que es posible construir servicios financieros desde los valores y principios cooperativos. Esto está en el nudo de los problemas que debemos resolver como humanidad.

En el libro discuto la necesidad de superar la visión de que las cooperativas son solamente un camino para la inclusión financiera, es decir, para que las familias y pequeñas empresas puedan acceder al sistema financiero.

No nos tiene que alcanzar la inclusión financiera. Debemos ser la base para un profundo proceso de democratización del sistema financiero. Que logre poner a las finanzas al servicio de las necesidades del desarrollo local sostenible. Es ambicioso, pero no imposible.

Las cooperativas, por su importancia en el sistema financiero, por su presencia en casi todos los países del mundo, y por su enorme capital en términos de diversidad de modelos para el ahorro y crédito de base solidaria, son las que están en mejores condiciones de aportar a la democratización del sistema financiero en sus tres niveles: local, nacional y global.

Pero no se trata solo de finanzas. Por ejemplo, tenemos una gran experiencia en la organización de cooperativas de agua potable. Cooperativas que la comunidad organizó para acceder en forma autogestiva al agua potable y a los servicios de saneamiento.

En el tercer capítulo del libro, “Agenda cooperativa para la defensa del planeta”, discuto como avanzar para que estas cooperativas, orientadas a satisfacer necesidades locales muy concretas, pasen a constituirse en plataformas de participación de la comunidad hacia la una gestión sostenible de las cuencas hídricas.

Esto no es sencillo, requiere trabajar la cultura hídrica de nuestras sociedades y replantearnos nuestra relación con los poderes públicos.

Temas similares analizo sobre las cooperativas eléctricas. Cómo logramos que estas cooperativas, que organizó la comunidad para que la electricidad llegue a cada uno de sus hogares y empresas, se transformen en la base de un proceso de democratización en las decisiones de inversión en energía.

Que garanticen que los usuarios tengan la voz principal sobre cuáles son las fuentes de energía deseables. E incluso sobre cuál es el consumo de energía que asumimos como ambientalmente sostenible en cada ecosistema.

Otra dimensión muy importante que debemos incorporar a nuestros principios, es el género. Uno de los capítulos del libro plantea la necesidad de construir una alianza entre los derechos de la mujer y el movimiento cooperativo.

Las mujeres tienen que ver que nuestras cooperativas son el modelo empresarial más adecuado para lograr la equidad de género. Y en este punto hay muchos aspectos para trabajar.

Desde garantizar la participación efectiva de las mujeres en la conducción de nuestras empresas y de nuestras organizaciones de representación, hasta el desarrollo de nuevos modelos cooperativos que ayuden a jerarquizar y redistribuir el trabajo de cuidado.

En el libro sostengo que uno de los aspectos centrales que explican la desigualdad es que la mayor parte del trabajo femenino es trabajo de cuidado no remunerado.

A partir de la experiencia cooperativa que existe en el mundo, discuto qué nuevos modelos están surgiendo para el tema de los cuidados, y cómo podemos promoverlos.

Con la pandemia este tema es mucho más evidente. La pandemia ha dejado en claro la necesidad de fortalecer nuestros frágiles sistemas de cuidados, que están mayoritariamente sostenidos en el trabajo precarizado de las mujeres.

Hay todo un capítulo que discute qué estamos haciendo frente al impacto de las nuevas tecnologías en la organización del trabajo. Qué aportes podemos realizar para que las nuevas tecnologías no sean fuente de más precarización, sino el camino hacia la dignidad del trabajo humano.

En ese capítulo, titulado “el camino de la cooperación hacia el futuro del trabajo”, comento lo que estamos debatiendo desde la ACI con el OIT.

Creo que somos los que más podemos aportar en términos de innovaciones a la organización del trabajo, porque somos, como dije en la Conferencia de la OIT, un verdadero laboratorio de innovación en términos de organización del trabajo.

También planteo la discusión sobre los aportes que pueden hacer las cooperativas agropecuarias y de consumidores para cambiar las pautas de producción y consumo de alimentos, objetivo indispensable para la defensa del ambiente y para terminar con el hambre. Este seguramente será uno de los ejes principales de trabajo en nuestro Congreso Mundial Cooperativo.

Otro tema, al que dedico todo un capítulo, es la discusión de cómo construimos una agenda cooperativa para la paz, que es un compromiso que asumimos como Alianza Cooperativa Internacional en nuestra Asamblea en Kigali, Ruanda, en 2019.

No debemos olvidar que, antes de la pandemia, ya vivíamos la peor crisis migratoria desde la segunda guerra mundial. Eso seguramente está empeorando en estos días. Los centroamericanos saben bien de lo que estoy hablando.

No podemos menos que alarmarnos cuando, aún en plena pandemia, no se logran desactivar los conflictos armados en el mundo. Incluso hemos visto retrocesos en estos días, como en el caso de medio oriente.

Por eso propongo en el libro que retomemos el debate sobre la incorporación de la Paz como uno de los valores esenciales del cooperativismo, junto con la ayuda mutua, responsabilidad, democracia, igualdad, equidad y solidaridad.

Todos los cooperativistas deben saberse parte de un movimiento internacional pacifista que siempre será contrario a la violencia y que nunca callará frente a las situaciones de violencia estructural que ponen en riesgo la paz de los pueblos.

Quiero, finalmente, compartir con ustedes que este libro ha sido una construcción colectiva. No pretende reflejar solo mi opinión personal o la de mi equipo de trabajo. Intenta reflejar la construcción de consensos hacia el interior del movimiento cooperativo. Y tiene la ambición de contribuir a que seamos, desde la ACI, un activo formador de opinión a nivel de la comunidad internacional.

Lo que en esas páginas se dice es lo que hemos discutido y aprendido con Uds. y con muchos otros cooperativistas en el mundo. Son algunas respuestas y propuestas que hemos construido juntos.

Esa es nuestra fortaleza. Lo nuestro no es una propuesta de laboratorio. Es una propuesta que se construye desde la experiencia, desde el diálogo en el territorio, con toda la potencia de una experiencia compartida por millones de hombres y mujeres cooperativistas en el mundo.

Celebremos este Día Internacional con la convicción de que juntos podremos reconstruir mejor. Con la convicción de que contamos con el mejor modelo empresarial para hacer frente a los enormes desafíos que enfrentamos como humanidad.

Estos desafíos solo pueden enfrentarse desde la participación activa de la sociedad civil en cada una de nuestras comunidades. Por eso es muy importante fortalecer e integrar el movimiento cooperativo en Panamá.

Todos los panameños y panameñas deben saber que el cooperativismo tiene las herramientas adecuadas para dar cuenta de sus necesidades y aspiraciones. Y que pueden formar parte de la mayor red global de empresas enraizadas en los territorios, construidas desde la participación de hombres y mujeres de cada comunidad.

Somos tres millones de cooperativas y más de 1000 millones de asociados en todo el mundo.

Pongamos en acción nuestros Principios Cooperativos, y podremos hacer un aporte enorme al desarrollo sostenible de cada uno de nuestros territorios y de la comunidad global.

Podemos ser el corazón del desarrollo sostenible. De una nueva economía al servicio del cuidado de las personas y del planeta. De nosotros depende.»