Finaliza un año difícil. Probablemente, uno de los años más complejos que nos ha tocado atravesar en las últimas décadas. Nos ha sorprendido, y todavía nos aqueja, una pandemia mundial que ha dejado en evidencia la urgencia por construir un presente y un futuro que sea cuidadoso con las personas y con el planeta.

A la crisis sanitaria en la que estamos inmersos se suma el aumento de muchas desigualdades sociales y económicas preexistentes. Al mismo tiempo, el ambiente sigue sufriendo por el avance sin freno de modos de producción y consumo que no son sostenibles. 

En muchos lugares, todavía la población padece conflictos armados, la democracia es lesionada regularmente y la discriminación por razones étnicas, de género y clase social, entre otras, es moneda corriente en muchas de nuestras sociedades.

Las cooperativas no somos indiferentes a este complejo escenario que atraviesa nuestra casa común. No podemos serlo, porque somos la expresión viva de nuestras comunidades y la herramienta a su servicio para construir un futuro con responsabilidad y solidaridad.

Somos empresas arraigadas en cada territorio, orientadas a satisfacer las necesidades y aspiraciones de todas las personas, sin dejar a nadie atrás. Nuestros valores y principios, constitutivos de nuestra identidad, nos impulsan a ser protagonistas de los debates que se están sucediendo a escala global para superar estas crisis.

Este año, en nuestro 125º aniversario, hemos tenido muchísimos y muy ricos intercambios, casi siempre a través de las pantallas. A pesar de las distancias, las regiones y sectores, las redes y los comités que componen nuestra Alianza Cooperativa Internacional han aportado valiosas miradas, propuestas y reflexiones para avanzar hacia una etapa pos-pandemia con fuerte impronta cooperativa. Juntas, las organizaciones que dan vida a la ACI han demostrado que poniendo en el centro a la persona y al planeta se puede construir un mundo mejor.

Ante el sufrimiento y la incertidumbre que nos rodea a todos este año, estamos demostrando que la solidaridad es el camino. Las cooperativas de salud atendieron dignamente a quienes lo necesitaban y comunicaron responsablemente, las de producción garantizaron alimentos y otros bienes básicos en zonas rurales y urbanas, las financieras y las de seguros readecuaron sus instrumentos para solventar a las familias y las empresas­, las de trabajo fueron resilientes para no perder fuentes de empleo, las de vivienda garantizaron el acceso de las personas a un hábitat digno y asequible.

Estos y otros muchos ejemplos me han hecho sentirme orgulloso de ser cooperativista. Orgulloso de ser presidente de una organización que cree firmemente que la identidad cooperativa puede ayudar a rediseñar una economía centrada en la persona y justa con el medioambiente.

Hoy quiero reconocer el enorme esfuerzo que hicimos los más de mil millones de cooperativistas de las tres millones de cooperativas para atravesar junto a nuestras comunidades este año tan duro. Lo hicimos convencidos del poder transformador del cooperativismo.

Con esa convicción, los invito a caminar juntos el año próximo y a encontrarnos en Seul (República de Corea), del 1 al 3 de diciembre, para celebrar nuestra identidad cooperativa en el 33° Congreso Cooperativo Mundial.

Espero que ustedes, sus familias y amigos terminen con salud y bienestar este 2020.

¡Felices fiestas!