Encuentro en Belgrado con las organizaciones miembro de la ACI, otras entidades que nuclean a las cooperativas serbias, académicos, investigadores y funcionarios de gobierno:

«Me alegra mucho estar aquí poco tiempo después de que se concretara la incorporación a la ACI de la Alianza Cooperativa General de Agricultura y Desarrollo Rural (marzo 2021).

Sé de la potencia que tiene aquí el modelo cooperativo en la gestión de la producción agropecuaria y es muy valioso para nosotros contar con la presencia de un país que tiene mucha trayectoria en este ámbito.

Ustedes saben que la ACI no es solo una estructura de representación de las cooperativas de todo el mundo, sino que es la Casa Común de los millones de cooperativistas que están integrados con otros para trabajar, consumir, producir, ahorrar, asegurarse, educarse, cuidarse…

Hoy nuestros miembros son 314 organizaciones representativas del cooperativismo en más de cien países.

Y esos miembros expresan una verdadera diversidad en términos políticos, económicos, lingüísticos, culturales, étnicos… es la Alianza Cooperativa Internacional quien integra y representa a toda esa diversidad.

La ACI nació a fines del siglo XIX, en el año 1895, en busca de organizar e integrar a las flamantes entidades cooperativas que venían surgiendo en el proceso de la revolución industrial, y que expresaban una alternativa a otros modelos económicos, políticos e ideológicos que también florecieron en ese entonces…

Atravesó todo el siglo XX, con sus dos guerras mundiales, la Guerra fría y el nacimiento de muchos organismos internacionales que expresaron el auge de la globalización…

La ACI es una de las organizaciones no gubernamentales más antiguas y es la primera de este tipo de entidades que recibió Estatus Consultivo en Naciones Unidas.

Y hoy se encuentra consolidada y con un gran protagonismo a nivel mundial en un momento donde aquel modelo de globalización entró en crisis, donde resurgen nacionalismos que en algunos casos muestran fuertes dosis de xenofobia y racismo, que levantan muros en lugar de tender puentes… que es lo que en cambio intentamos hacer nosotros, como parte de un movimiento que se sabe parte del sistema de relaciones internacionales y que tiene la responsabilidad de fomentar un paradigma donde cada pueblo, cada comunidad a lo largo y ancho del planeta, pueda desarrollarse no a costa de otros sino cooperando con otros..

No es la primera vez en la historia en que nos encontramos con escenarios tan complejos, ni será la última.

De lo que estamos convencidos es de la respuesta que tenemos ante este tipo de problemáticas, y que es sin dudas la cooperación, que es la que nos ha permitido y permite en cada lugar del planeta hacer frente a tantos desafíos.

No estamos errados si decimos que es gracias a nuestra doctrina que podemos atravesar todas las dificultades que se nos anteponen en cada momento histórico y, más aún, ser un faro para el resto de la humanidad en la medida que sabemos y tenemos probada experiencia en construir relaciones sociales armónicas, inclusivas, solidarias y pacíficas.

Porque estamos convencidos de que la cooperación es el mejor camino hacia una paz positiva, es decir, la paz como resultado de esa armonía estructural que mencionaba antes y que es lo que les ha permitido a muchas sociedades salir adelante luego de feroces y sangrientos enfrentamientos.

Nuestra probada trayectoria en la producción y distribución de bienes básicos para la vida, es la muestra más acabada de que efectivamente hay salida ante situaciones tan injustas y dolorosas como las que vivimos actualmente, a causa de la desigual distribución de esos bienes y también de la ya mencionada beligerancia con la cual se disputa muchas veces el control de esos recursos.

Lo podemos ver en el caso de los alimentos, las energías o las tecnologías, entre otros insumos básicos para que las economías funcionen y las sociedades puedan desarrollarse, prosperar y vivir dignamente.

Ustedes saben muy bien y logran demostrar día a día que la producción agroalimentaria puede permitir vivir dignamente a quienes producen, optimizar esa producción y hacer llegar el alimento a cada hogar, donde también las personas deben poder acceder a ese alimento para vivir dignamente.

La FAO, con la cual firmamos un memorando de entendimiento en 2018, reconoce que tanto para los productores más pequeños como aquellos medianos o incluso los más grandes, el modelo cooperativo genera mejores condiciones para acceder a financiamiento, mercados, servicios, bienes e insumos a menor precio; incrementa el capital social de los agricultores, reduce las asimetrías de poder y propicia el trabajo decente; favorece el acceso de más actores a cadenas de valor y los encadenamientos productivos, contrapesando la concentración; y aporta un modelo de empresa participativo, transparente.

Los gobiernos tienen el deber de elaborar las mejores políticas para proteger a sus poblaciones, y los organismos internacionales deben velar por la aplicación de esas políticas además de coordinar acciones a nivel supranacional.

Pero los que trabajan día a día en el campo o en la ciudad, produciendo, agregando valor, distribuyendo los bienes que necesitan las familias, las empresas, los individuos, asegurando las producciones y los medios de producción, son actores del sistema económico que siguen un fin.

Las cooperativas tenemos un FIN ECONOMICO, pero seguimos de manera simultánea y NO CONTRADICTORIA, eso es lo más importante, UN FIN SOCIAL.

Siempre digo que las cooperativas NO SOMOS EMPRESAS CON RESPONSABILIDAD SOCIAL, SOMOS LA RESPONSABILIDAD SOCIAL HECHA EMPRESA.

Es decir, podemos ser económicamente eficientes y socialmente responsables, al mismo tiempo.

Esto nos convierte en UN ACTOR FUNDAMENTAL a la hora de democratizar las distintas cadenas de valor, tanto del sistema agroalimentario como del sistema financiero, el consumo, el hábitat, etcétera…

En el caso del cooperativismo agropecuario, sabemos que es una de las expresiones más longevas y consolidadas del movimiento cooperativo mundial y que ha demostrado largamente su capacidad para construir empresas de gran escala, incluso trasnacionales y competitivas en los mercados más exigentes, a partir de la integración solidaria de pequeños y medianos productores en todas las cadenas de valor.

¿Qué quiere decir esto? Que existe y funciona un modelo capaz de organizar la oferta y la demanda de manera no competitiva, sino cooperativa.

Y que son los propios actores de la comunidad, en su calidad de productores, de consumidores, de trabajadores, etcétera, quienes tienen el control sobre ese mecanismo básico de la economía que es la oferta y la demanda.

Como dije antes, tenemos una doctrina única en el Mundo que nos distingue, nos identifica, y nos guía en cada momento histórico en la construcción de sociedades armónicas, inclusivas, solidarias y, por ende, pacíficas.

La doctrina de la cooperación que todos nosotros conocemos y que sostiene a este paradigma, es la que nos guía a escala global, pero debe ser aprehendida por cada pueblo, con su cultura, su historia, su contexto, con sus tensiones y conflictos, y debe ser la herramienta que cada comunidad utilice para innovar, producir y transformar su realidad garantizando la mejor calidad de vida posible para cada uno de sus integrantes.

Los invito a sentirse parte de este movimiento que ha recorrido durante muchísimos años un camino de armonía, solidaridad, paz, que también es capaz de llevar crecimiento y prosperidad a las comunidades… y en ese camino seguiremos encontrándonos con todos aquellos que quieran construir un Mundo más justo para quienes habitamos actualmente y para las próximas generaciones…»

https://twitter.com/icacoop/status/1636011773340860416