Mensaje en la reunión de medio término de la 13° Conferencia Ministerial Cooperativa convocada por ACI África, con formato híbrido en Maseru, capital nacional de Lesotho.
«Siento una profunda alegría de poder estar nuevamente en este continente tan querido.
He tenido la oportunidad de estar varias veces en distintas partes de África y de conocer de primera mano muchas experiencias cooperativas.
Cooperativas de producción, agropecuarias, de ahorro y crédito, de vivienda, entre otras, formadas e impulsadas por sus comunidades.
Cooperativas que resuelven necesidades múltiples de hombres y mujeres, en pueblos y ciudades, desde hace muchísimo tiempo.
Podríamos decir, desde épocas ancestrales, donde muchos pueblos de esta y otras tierras del mundo supieron resolver mediante la cooperación las necesidades que fueron surgiendo.
Luego, en la era moderna, con el surgimiento de nuevos modos de producción y consumo, se cristalizó en un modelo de gestión socioempresarial esa manera de hacer las cosas que es inherente a los seres humanos.
Esa manera de hacer las cosas que nos permite llegar mejor y más rápido a las soluciones que necesitamos adoptar para satisfacer necesidades materiales, culturales, e incluso espirituales.
Pero, lo más importante, es que cooperar, en lugar de competir, nos hace llegar a todos a esas soluciones, sin dejar a nadie afuera y sin dejar a nadie atrás.
Y quiero enfatizar esto porque, por más simple que parezca, es la clave de la respuesta a los desafíos que de manera muy acertada se están planteando las organizaciones cooperativas africanas en esta revisión de medio término de la 13° Conferencia Ministerial.
He leído atentamente el diagnóstico que ustedes realizan en lo que califican como una crisis de múltiples dimensiones: climática, social, económica…
Es cierto que este es un continente postergado, en cierta medida, luego de décadas de agresiones y sometimiento a potencias extranjeras.
No hace falta repasar una historia que ustedes conocen mejor que nadie, para saber que la riqueza de los pueblos puede ser valorizada y aprovechada para la prosperidad de sus habitantes o puede ser saqueada por otros, bajo el pretexto de una presunta superioridad étnica o moral, que en realidad no existe.
La violencia y la inestabilidad han sido, así, el trasfondo en el devenir de buena parte de la historia de este continente rico en naturaleza, rico en humanidad, rico en cultura, rico en espiritualidad, y pobre en la economía.
Pero es precisamente ahí donde la cooperación se revela como la mejor herramienta para dar vuelta la historia.
Porque es la gestión cooperativa de la economía, esto es, la administración y distribución cooperativa de los recursos que cada comunidad posee, la que permite precisamente a cada comunidad construir un destino soberano, democrático, pacífico y próspero para todos sus integrantes.
Y esto vale para una pequeña localidad, urbana o rural, pero también a niveles nacionales y, por supuesto, a nivel continental.
Quiero entonces, si me permiten, hacer propias las palabras que dijo hace algún tiempo un compatriota, el Papa Francisco. “Dejen de asfixiar a África, porque África no es una mina que explotar ni una tierra que saquear. Que África sea protagonista de su propio destino”.
Esto último, ser artífices de su propio destino, es posible, es factible, es absolutamente necesario. Y el camino es el cooperativismo.
Deben saberlo los gobiernos de cada país así somo los organismos supranacionales.
Deben saberlo los líderes sociales en cada nación.
Los dirigentes de nuestras organizaciones, los asociados a cada cooperativa, ya lo saben, porque ponen en acción cada día los valores y principios que nos hermanan y dan cuenta de cómo es posible generar valor económico, valor social y valor cultural con un fuerte compromiso ambiental, que haga verdaderamente sostenible el desarrollo de cada comunidad, de cada nación y del continente entero.
Amigos y amigas, la economía cooperativa es la contracara del colonialismo económico.
La economía cooperativa es garantía de estabilidad, de democracia, de paz y de prosperidad.
La economía cooperativa es la llave de una transición al desarrollo justa, con la innovación puesta al servicio de las personas y del ambiente.
Más de mil millones de miembros de tres millones de cooperativas en este y en todos los demás continentes podemos decir con orgullo que esta manera de hacer economía tiene al menos dos siglos de probada trayectoria, con raíces históricas en cada lugar del mundo, traspasando barreras geográficas, culturales y políticas para hermanar en una sola voz a trabajadores, consumidores, usuarios, productores… que seguimos eligiendo el camino de la cooperación.
De esta manea hemos resuelto y lo seguiremos haciendo, necesidades habitacionales, alimenticias, energéticas, entre muchas otras, atendiendo al urgente cuidado de la naturaleza que hoy tenemos que poner por delante de toda innovación.
Y lo hacemos, como dije antes, con el protagonismo de las personas, asociadas bajo la premisa de gestionar los recursos en función del bien común.
Por eso, no necesitamos, y no necesita particularmente ningún pueblo hermano de este continente, que otros vengan a decirles cómo deben encarar su desarrollo.
La empresa cooperativa, que debe ser apoyada y estimulada por los actores públicos y privados de cada país, permitirá por sí sola a cada comunidad desarrollarse de manera sostenible.
Por eso confío plenamente en el trabajo de mis colegas africanos, celebro este tipo de encuentros que nos permiten fortalecer nuestra Identidad y dialogar con distintas partes interesadas en el desarrollo del modelo cooperativo.
Estoy seguro de que la Conferencia Ministerial africana nos dará la oportunidad de seguir avanzando por el camino cooperativo, con cada vez más y mejores marcos políticos y normativos.
Contamos con los Estados para potenciar este modelo, contamos con el reconocimiento de Naciones Unidas y de muchos organismos internacionales, contamos con el respaldo de muchos actores sociales y económicos, públicos y privados, y contamos con la fuerza de nuestros miembros, integrados en la Alianza Cooperativa Internacional como la Casa Común de la gran familia cooperativa a que somos nivel mundial, donde nos podemos seguir encontrando e intercambiando aprendizajes y experiencias…
Y contamos, finalmente, con el firme compromiso de cada uno de ustedes, para seguir construyendo un futuro más cooperativo. Un futuro de paz, de justicia social y de bienestar para todos.»