Actividad con representantes de gobiernos de distintos países de todos los continentes, posterior al 33° Congreso Cooperativo Mundial en Seúl.

«Estimados representantes de gobiernos y de organismos internacionales aquí presentes.

Estimados colegas cooperativistas.

Es un verdadero honor contar con vuestra presencia en esta actividad que llevamos adelante luego de tres días de intenso trabajo que hemos mantenido más de mil cooperativistas de todo el Mundo.

Como ustedes saben, en este trigésimo tercer Congreso Cooperativo Mundial, nos hemos planteado la tarea de Profundizar nuestra Identidad Cooperativa.

Esto significa que, en un contexto muy complejo a nivel mundial, estamos reivindicando los valores y los principios de nuestro modelo de organización de la economía y de la sociedad.

Valores y principios que nos definen como asociaciones de personas que se han unido voluntariamente para hacer frente a sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes, por medio de una empresa de propiedad conjunta y democráticamente controlada.

Esa definición, plasmada en nuestra Declaración de Identidad formulada y aprobada en el Congreso de la ACI en 1995, recoge una trayectoria de casi dos siglos de un modelo de probada eficacia, que se hizo lugar en la era moderna desde aquellos tumultuosos tiempos de la Revolución Industrial y creció sin parar, atravesando dos guerras mundiales y desarrollándose en los más diversos contextos políticos, económicos, sociales y culturales.

Hoy, somos una red global de tres millones de empresas con mil millones de miembros asociados. Hablamos de empresas arraigadas en cada uno de sus territorios, impulsadas y controladas por cada comunidad y cuya actividad está orientada centralmente al bien común.

Nos gusta decir que en las cooperativas la responsabilidad social no es un complemento accesorio a la eficiencia económica.

No somos empresas con responsabilidad social, somos la responsabilidad social hecha empresa.

Esto es hoy reconocido a escala global por líderes y organizaciones que entienden el valor de este modelo para poder reconstruir un mundo impactado por la mayor crisis sanitaria de la era global y también por múltiples y severos desafíos sociales, económicos y ambientales.

Este año, el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, abogó por la necesidad de que las cooperativas sean protegidas y enmarcadas en escenarios regulatorios claro y conformes con esa identidad particular que nos diferencia respecto de otros modelos de organización y de gestión de la economía.

En su informe sobre el aporte de las cooperativas al desarrollo social, presentado en la Asamblea de la ONU, el secretario general ha dejado claro que se requieren marcos legislativos que reconozcan su identidad única, y faciliten la traducción de la definición, los valores y los principios cooperativos en leyes que guíen las acciones tomadas por las cooperativas.

Se refirió explícitamente a un entorno favorable para un sector económico que permite difundir la riqueza y la prosperidad, que está centrado en las personas, que es democrático y políticamente autónomo, y que está comprometido con la educación de sus ciudadanos, esforzándose de manera constante por lograr resultados sanitarios, sociales, económicos y ambientales positivos.

Existen reconocimientos a este modelo en muchas legislaciones nacionales y regionales, aunque en muchos países están pendientes o deben actualizarse esas legislaciones.

Es deseable que, incluso, las constituciones de cada país incorporen el reconocimiento de esta forma de organización social de la economía para sentar las bases de naciones y regiones prósperas, inclusivas, democráticas y solidarias.

Otro aspecto sumamente actual y muy necesario de tener en cuenta, que el secretario general de Naciones Unidas incluyó en su informe, es el papel crucial de las cooperativas en la llamada economía de plataformas.
Sabemos que los Estados nacionales están ante desafíos muy grandes a la hora de regular y de imponer marcos tributarios específicos a las corporaciones digitales globales.

La digitalización de la economía conlleva también un proceso de deslocalización, de desterritorialización y de atomización de la ciudadanía.

Esto requiere intervenir con inteligencia para alentar la innovación y al mismo tiempo evitar la concentración de información y de recursos en pocas manos, y evitar asimismo que cada acción de nuestras vidas se vea afectada cada vez más por algoritmos que desconocemos y cuya gobernanza es nos absolutamente inaccesible.

El modelo cooperativo ya está presente en este proceso de cambios tan vertiginosos que está sufriendo el modo en el cual producimos y consumimos los seres humanos, y dejamos a disposición de los gobiernos y de los organismos internacionales nuestra propuesta de poner toda innovación al servicio de las personas y de una mejor calidad de vida en cada una de nuestras comunidades.

Es menester que tanto en los ámbitos nacionales como en las instancias supranacionales se pueda promover la participación de productores y usuarios en la gestión de las plataformas, aprovechando las ventajas competitivas del modelo cooperativo para intervenir en estos procesos y asegurar también el objetivo de trabajo decente en este nuevo escenario.

No quiero dejar de señalar que estamos hablando de un modelo que ha sido declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la humanidad, de acuerdo con el reconocimiento de la Unesco en 2016.

Nuestro modelo empresarial y todos los componentes de la Identidad Cooperativa han sido reconocidos también en 2002 por la Recomendación 193 de la Organización Internacional del Trabajo.

Allí, la OIT instó al reconocimiento de la comunidad internacional así como del ámbito empresarial y de los sindicatos de todo el mundo, de la necesidad de promover y defender el modelo cooperativo.

Esa Recomendación indica que es necesario un marco político y legislativo orientado al equilibrio social entre un sector público fuerte, un sector privado animado por el lucro que también contribuya al crecimiento de la economía, y un sólido sector cooperativo y mutual, entendiendo su papel clave a la hora asegurar el acceso de distintos segmentos de la población a los bienes y servicios que satisfagan sus necesidades materiales y no materiales.

La misma OIT dictó, en 2018, las guías sobre estadísticas de las cooperativas, que proporcionaron por primera vez herramientas metodológicas para que todos los países puedan elaborar estadísticas sobre nuestro sector.

Esto es vital para poder comprender mejor y elaborar de manera más adecuada políticas que tengan en cuenta las necesidades y potencialidades económicas y sociales de las cooperativas en cada país y a escala global.

Por otro lado, quiero destacar que, más allá del formato jurídico cooperativo, es prioridad que los gobiernos y los organismos de cooperación internacional alienten toda forma de economía centrada en las personas y en el ambiente, con vistas a reconstruir mejor, juntos, este Mundo golpeado por la pandemia y por múltiples desigualdades que urge resolver.

En ese sentido, hemos firmado ayer la Carta de la Coalición Internacional de la Economía Social y Solidaria y estaremos siguiendo junto con los demás integrantes de esta Coalición el tratamiento que tendrá este tema en la próxima conferencia Internacional del Trabajo.

En vistas de la tarea que tenemos por delante, quiero transmitirles mi entusiasmo por la hoja de ruta que dará como fruto este encuentro, y quiero compartir con ustedes la ilusión que me genera poder seguir avanzando en encuentros bianuales como este y consolidar esta alianza estratégica.

La ACI, con 126 años de historia, es la Casa Común de todas las cooperativas del Mundo y está a vuestra disposición para contribuir con cada uno de los gobiernos y con todo el ecosistema de cooperación internacional.

El modelo que nosotros encarnamos, como dije antes, tiene probada eficacia en responder a las demandas sociales y económicas de cada momento histórico.

Poder avanzar hoy hacia una recuperación justa a la salida de la pandemia, y poder cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2030, requiere que ponderemos a los modelos que, precisamente, pueden responder mejor a las necesidades de las personas, a los modelos que tienen valores y principios para guiar su acción a través de las sucesivas generaciones, a los modelos que priorizan la democracia, la inclusión, la equidad y la solidaridad, sin descuidar la eficiencia y la generación de riqueza, tan necesaria para poder pensar en un futuro con mejor calidad de vida para todos.

Yo les agradezco profundamente su participación, su compromiso y su dedicación hacia el cooperativismo y todas las formas solidarias de organización de la economía, que es sin dudas una de las clave para poder construir sociedades más justas, más resilientes, más inclusivas y más democráticas.

Confío en que podamos fortalecer cada vez más nuestro diálogo y que podamos consolidar juntos la construcción de marcos normativos que respeten y fortalezcan nuestra Identidad Cooperativa.»