Apertura de jornadas convocadas por organizaciones y gobierno de Brasil, en ejercicio de la presidencia pro tempore del Mercosur y en el marco de la Reunión Especializada de Cooperativas del Mercosur, para intercambiar visiones sobre integración y desarrollo sostenible en la región:
«Cuando hablamos de integración estamos hablando, centralmente, de poner en práctica el sexto principio, según el cual las cooperativas servimos a nuestros miembros más eficazmente y fortalecemos al movimiento cooperativo trabajando de manera conjunta por medio de estructuras locales, nacionales, regionales e internacionales.
Esta última apreciación es clave y no por nada está presente esa referencia espacial en el enunciado de este principio.
Siempre decimos que las cooperativas son empresas que están arraigadas en sus territorios, que están formadas por comunidades localizadas en un área determinada, ya sea en el medio rural o urbano.
Es decir, son organizaciones constituidas con un anclaje local, pero su proyección debe y, en alguna medida es necesario, traspasar sus propias fronteras.
Muchas de las cooperativas que conocemos pueden ir más allá de sus propios países de origen, por ejemplo, por su perfil exportador.
Su actividad económica vuelve más natural su proceso de internacionalización.
Es habitual que, incluso, las relaciones internacionales superen los intercambios de bienes y servicios y se alcancen otros niveles de reciprocidad, vinculados a la educación, la difusión y el fortalecimiento institucional de las distintas instancias de nuestro movimiento a nivel mundial.
Todo esto facilita, sin dudas, el diálogo y la integración regional y global.
Sin embargo, debemos reconocer que la gran mayoría de las cooperativas están orientadas básicamente a su mercado interno.
Que su actividad está destinada a satisfacer a las comunidades locales y que difícilmente pueden entrar en contacto con entidades similares de otros países o de otros continentes.
¿Cómo podemos entonces favorecer la integración general de todo nuestro movimiento a nivel regional y global? Ese es uno de los roles principales de las confederaciones y las organizaciones nacionales de cada uno de los países, organizaciones de cúpula o ápex como las llamamos en el ámbito de la Alianza Cooperativa Internacional.
Es decir, organizaciones que sean representativas de la diversidad regional y sectorial que existe dentro de cada país y que puedan asumir la voz del cooperativismo en cada Nación.
Estas organizaciones, a su vez, han de integrarse en estructuras regionales, como lo es Cooperativas de las Américas, dentro de la Alianza Cooperativa Internacional.
También han de estar presentes en ámbitos como es la RECM, donde pueden establecer consensos con los Estados de cada uno de los países del Mercosur.
Quienes venimos trabajando hace mucho en este tipo de organizaciones sabemos de la importancia de tener espacios de intercambio donde cada entidad gubernamental se compromete a trabajar con el sector en políticas transfronterizas con espíritu intercooperativo.
Me permito hablar unos segundos en nombre de Cooperar, la Confederación argentina que presido y desde la cual hemos llevado a la ACI hace cuatro años, con el consenso de todo el continente, nuestra propuesta de liderazgo y de construcción internacional basada precisamente en la integración de sectores y regiones, en la cercanía con los miembros y en el posicionamiento del sector cooperativo ante los desafíos globales.
Nuestra histórica participación como Cooperar tanto en la RECM como en el Foro Consultivo Económico y Social del Mercosur nos ha permitido transitar, desde antes del inicio del corriente siglo, junto con el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (el Inaes) y entidades hermanas de los otros países del bloque, un camino repleto de aprendizajes recíprocos.
Esto ocurrió gracias a la vocación de integración regional de muchos dirigentes que me antecedieron en la Confederación y de quienes tuvieron la función de liderar el Inaes, vocación que intentamos mantener viva y en progreso constante, quienes actualmente ejercemos esos roles.
Es precisamente el compromiso de Alex Roig, actual presidente del Inaes, y la participación activa de las entidades cooperativas de mi país en el plano internacional lo que nos permitió llevar adelante hace algunos meses el Primer Conversatorio del Mercosur Cooperativo, junto con el acompañamiento de nuestra Cancillería.
Varios de ustedes estuvieron presentes y enriquecieron esa actividad con sus valiosas intervenciones.
Desde Argentina estamos haciendo el mayor de los esfuerzos por continuar un legado de muchas décadas de compromiso con la integración hacia adentro y hacia afuera de nuestro país.
Y estamos comprometidos en seguir fortaleciendo todas las instancias de encuentro a nivel regional y mundial, promoviendo mayores intercambios institucionales, económicos o culturales.
Por eso celebro enormemente el compromiso de la OCB y de Uniodonto para la realización de este encuentro, con el acompañamiento del Ministerio de Agricultura de Brasil y del Undesa. Y celebro la participación de tantos amigos y amigas de las confederaciones hermanas y de importantes empresas cooperativas de la región.
Creo que debemos seguir propiciando este tipo de encuentros y defender todas las herramientas que nos da el Mercosur para mejorar nuestras vinculaciones y apostar a un crecimiento conjunto que derive en más oportunidades de desarrollo para todos.
Tenemos muchos campos en los cuales seguir sembrando la semilla de la intercooperación a nivel regional.
La salud, el trabajo, la producción agroalimentaria o la creación y gestión de nuevas tecnologías son, entre otros, temas que podemos abordar en conjunto.
Un marco normativo adecuado y parámetros de intercambio equilibrados serían el complemento necesario para optimizar ese abordaje conjunto y fortalecer un desarrollo sostenible en nuestra Región.
Ahora bien, en nuestra Región, desde hace varias décadas existe un genuino interrogante: ¿Cómo, con quiénes y hacia dónde queremos desarrollarnos? Los cooperativistas no tenemos demasiadas dudas para responder a esa pregunta.
Nosotros tenemos un modelo de desarrollo basado en valores y principios que nos hermanan y nos guían mundialmente.
Un modelo de desarrollo centrado en las personas, que orienta la gestión económica de nuestras empresas hacia el bien común.
Un modelo de desarrollo que responde a las demandas emergentes de cada comunidad donde estamos presentes.
Un modelo de desarrollo presente en este y en todos los continentes, con más de mil millones de miembros asociados a más de tres millones de cooperativas.
Cuando hoy hablamos de la necesidad de urgente de cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, propuestos por las Naciones Unidas de cara al 2030, decimos humildemente que nuestro modelo viene cumpliendo esos objetivos desde hace casi dos siglos.
No hay cooperativismo sin trabajo decente, sin educación de calidad, sin reducción de las desigualdades y sin cuidado de los ecosistemas, por nombrar solo algunos objetivos.
Para nuestras empresas es natural ir hacia esos objetivos porque la responsabilidad social está en nuestro ADN y no es algo diferente a la eficiencia económica.
Nosotros hacemos economía con, por y para las personas. Somos la responsabilidad social hecha empresa.
Esa Identidad Cooperativa que nos hermana a escala global, sumada a nuestra presencia y actividad en todas las latitudes del planeta, nos vuelve un actor protagónico de la Agenda de Desarrollo Sostenible.
En la Alianza Cooperativa Internacional hay 320 organizaciones de 110 países.
Cada una se desenvuelve en un contexto social, económico, político y cultural particular.
Sin embargo, todas lo hacen orgullosas de esa Identidad Cooperativa que hoy, a la salida de la pandemia, estamos profundizando, porque estamos convencidos de que solo con más economía en manos de las personas, solo con un modelo de desarrollo que tenga valores y principios que permanezcan en el tiempo y solo con una forma de gestión empresarial que permita a las comunidades hacerse cargo de su destino, podemos hablar verdaderamente de sostenibilidad.
Profundizar nuestra Identidad Cooperativa es la consigna que hemos elegido para convocar a nuestro trigésimo tercer congreso mundial, del 1 al 3 de diciembre en la ciudad de Seúl.
Allí queremos abordar los distintos aspectos que hacen hoy a la construcción de un Mundo sostenible desde el punto de vista económico, social, cultural y ambiental.
La ACI cumplió hace muy poco 126 años de historia. Además de sus cuatro oficinas regionales (en las Américas, en África, en Europa y en Asia-Pacífico), está constituida por ocho organizaciones que representan a distintas ramas de la producción y los servicios y contiene a comités y redes que impulsan la investigación, la legislación cooperativa, el desarrollo, la equidad de género y la participación de la juventud, entre otros temas.
Toda esa estructura está al servicio de una propuesta integral a nivel mundial que permita, por un lado, fortalecer la acción de cada cooperativa con sus asociados en cada territorio y, por otro, ofrecer a los organismos supranacionales, a los gobiernos nacionales y locales, alianzas estratégicas que nos ayuden a revertir -lo más rápido posible- flagelos como el hambre, la pobreza, la violencia y el calentamiento global.
Por eso hemos puesto sobre la mesa nuestra trayectoria y nuestra capacidad de aportar a un Mundo más justo, más solidario y más inclusivo, en acuerdos que hemos firmado con la OIT y la FAO, entre otras organizaciones.
Hace tres años, constituimos el ICETT, un think tank para que empresas cooperativas fuertes, innovadoras y con capacidad de incidencia a escala global integren sus esfuerzos y ayuden a seguir creando y consolidando nuevas empresas cooperativas.
Reunidos en Kigali, Ruanda, en noviembre de 2019, aprobamos una Declaración donde asumimos nuestra responsabilidad en construir una paz positiva a escala global y en cada uno de nuestros territorios.
Nos referimos a una paz que no sea sólo la ausencia de conflicto sino, fundamentalmente, el resultado de la armonía social que ha de reinar cuando se estructuran relaciones justas y equitativas entre las personas y entre las comunidades.
En definitiva, quienes nos sentimos parte de una alianza global por el Desarrollo Sostenible estamos de acuerdo en que no podemos seguir adelante con modos de producción y consumo que mantienen bajo la línea de pobreza a millones de personas y que destruyen el ambiente.
Estamos de acuerdo en que no podemos seguir tolerando el sufrimiento de tantos hermanos por la falta de un hábitat digno, o por la necesidad de migrar y aventurarse a buscar mejores horizontes sin ninguna certeza de llegar siquiera con vida a un nuevo destino.
Vemos a diario los desastres ambientales que nos afectan a todos, pero mucho más a quienes menos recursos tienen.
Vemos la violencia proliferar en nuestras sociedades y en distintos lugares del planeta, por motivos étnicos, políticos, religiosos o de género.
Vemos a grandes porciones de las futuras generaciones debatirse entre la pobreza, la precarización laboral y la falta de expectativas sobre un futuro mejor.
Nuestro deber es seguir integrándonos y buscar soluciones conjuntas que permitan consolidar otros patrones de desarrollo, sin dejar a nadie afuera y sin dejar a nadie atrás.
Ese compromiso de cada uno de nosotros con un modelo de desarrollo sostenible debemos expresarlo hacia adentro de cada una de nuestras organizaciones y debemos, también, reforzarlo junto con los demás actores del escenario internacional que están comprometidos con esa agenda.
Las cooperativas sabemos de nuestra capacidad para practicar una diplomacia civil más allá de las fronteras de nuestros países, colaborando con los esfuerzos gubernamentales y de los organismos internacionales para favorecer intercambios justos y equilibrados, intercambios que generen más oportunidades de desarrollo para todos y que impacten en una mejor calidad para quienes viven a un lado y a otro de las fronteras.
El Mundo que queremos y que imaginamos para las próximas décadas es un Mundo sin muros.
Por eso nuestro desafío es seguir construyendo puentes.
Nuestro desafío es lograr cada vez mayores niveles de integración y promover un modelo de desarrollo solidario, inclusivo, justo y democrático en cada país, en cada región y en todo el planeta.
Estoy seguro de que encuentros como este nos van a ayudar a resolver juntos, mejor y más rápido esos desafíos.»