Saludo en el cierre de la 42°Asamblea Ordinaria del Banco Credicoop, asociada argentina a la Alianza Cooperativa Internacional.

Es un verdadero honor para mí compartir esta jornada con ustedes, en lo que es la instancia más importante para una entidad cooperativa.

La asamblea nos permite mirar lo realizado en los últimos meses pero también es un momento de encuentro, de reflexión y de impulso hacia adelante.

Esto adquiere una excepcional relevancia en momentos tan complejos como los que estamos viviendo a nivel global, con una crisis sanitaria inédita -provocada por una pandemia que todavía no termina- pero sobre todo con una seria crisis social, económica y ambiental que la trasciende y que pone a toda la humanidad en una encrucijada.

No podemos seguir adelante con modos de producción y consumo que excluyen a millones de personas, que degradan el ambiente y que erosionan las riquezas naturales y culturales de nuestros territorios.

Por eso, las cooperativas tenemos un rol fundamental a la hora de ofrecer un camino alternativo para salir de esta crisis mejores de lo que entramos a ella.

Las cooperativas somos empresas con valores y con principios que nos hermanan mundialmente, desde hace casi dos siglos. Somos empresas arraigadas en cada territorio, somos parte de la comunidad donde estamos insertas.

Y somos la demostración cabal de que es posible llevar adelante un modelo de gestión económicamente eficiente y socialmente responsable, construyendo junto con otras cooperativas y con distintas organizaciones de la comunidad, una economía al servicio de las personas y del ambiente, una economía guiada por la solidaridad y por la búsqueda del bien común.

Yo todavía tengo frescas en mi memoria aquellas palabras expresadas por Carlos Heller en Naciones Unidas, al declararse 2012 como Año Internacional de las Cooperativas.

Carlos dijo en aquel momento que las cooperativas podían ser muy grandes en su escala conservando la hermosura de lo pequeño, haciendo referencia a un conocido título del escritor Ernst Friedrich Schumacher.

También, en aquella oportunidad, hizo referencia al hecho que las cooperativas eran la clara demostración de que se podía ser eficiente, que se podía crecer y aumentar el volumen de negocios sin perder ni un ápice el espíritu democrático y participativo propio de nuestro modelo empresarial.

Yo hoy quiero rescatar y poner nuevamente sobre la mesa estas consideraciones porque, si algo estamos llamadas a hacer las cooperativas en este momento es precisamente a poner toda nuestra identidad en juego para ayudar a regenerar lo más rápido que podamos el tejido social y económico dañado por la pandemia y por un sistema de relaciones a nivel internacional que, como decía antes, provoca inaceptables desigualdades en el acceso a bienes básicos como el alimento, la salud, la educación o la vivienda.

Quiero decirles que no estamos solos para enfrentar estos enormes desafíos.

Somos más de mil millones de miembros de tres millones de cooperativas en todos los continentes, los que integramos esta gran familia.

¡Una familia que tiene su Casa Común en la Alianza Cooperativa Internacional!

Y hoy nos toca a nosotros, al cooperativismo argentino, ser la cabeza de esa familia.

Hoy tenemos la responsabilidad histórica de ejercer la conducción de la ACI gracias al compromiso y al coraje de entidades como el Banco Credicoop y las demás entidades argentinas asociadas a la ACI que en los últimos años tomaron la decisión, junto con nuestra confederación Cooperar, de hacer efectiva una propuesta al resto del mundo.

Propuesta que se basa en la cercanía con cada uno de los 320 miembros que hay hoy en la Alianza Cooperativa Internacional, en la integración de las distintas Regiones y Sectores que componen la ACI, en un firme compromiso con la participación de la juventud y con la equidad de género, y en un fuerte trabajo de vinculación con actores relevantes del escenario mundial, como la OIT, la FAO, el G20, las Naciones Unidas… entre otros, en la búsqueda de ser verdaderos protagonistas de los debates que se están dando en el Mundo.

Esa propuesta, nuestra propuesta, fue elegida en 2017 y me dio la responsabilidad de ser el primer presidente argentino y el segundo latinoamericano en 126 años de la Alianza Cooperativa Internacional, y es una propuesta que está basada en la vasta y potente trayectoria del cooperativismo de nuestro país.

Ese cooperativismo que se vive en cada pueblo, en cada ciudad, en cada paraje rural adonde no llega el Mercado ni alcanza a cubrir el brazo del Estado.

Ese cooperativismo forjado al calor de la lucha contra los monopolios, como ocurrió en cientos de localidades en el ámbito de los servicios públicos.

El cooperativismo que recupera empresas cerradas y genera puestos de trabajo decentes.

Que está a la vanguardia en la creación y gestión democrática de las tecnologías de la información y la comunicación.

Que construye hábitat, que promueve la producción y el consumo responsables y, que, como ustedes saben mejor que nadie, pone los instrumentos financieros en manos de las personas y de las comunidades para que estas se desarrollen de forma armónica.

Uno puede pensar que no hay nada más impersonal que el dinero y que el sistema financiero siempre está al servicio del dinero.

Sin embargo, acá está el cooperativismo, acá están ustedes, para demostrar una vez más que se puede -¡y que es necesario!- hacer economía al servicio de las personas, de las comunidades, del ambiente…

Ustedes saben que las cooperativas, por su importancia en el sistema financiero, su presencia en casi todos los países del mundo, y por su enorme capital en términos de diversidad de modelos para el ahorro y en crédito de base solidaria, son las que están en mejores condiciones de aportar a la democratización del sistema financiero en sus tres niveles: local, nacional y global.

Es decir, no solo trabajamos por la inclusión financiera. Las cooperativas queremos ser protagonistas de un profundo proceso de democratización del sistema financiero, que logre poner a las finanzas al servicio de las necesidades del desarrollo local sostenible.

Lo planteamos muchas veces desde nuestro país, sabiéndonos víctimas de un endeudamiento externo que se ha convertido en un yugo para varias generaciones de argentinos, pero es un consenso de, al menos, todo el cooperativismo de las Américas, tal como quedó expresado en la V cumbre continental que organizamos en Buenos Aires en 2018.

Allí, todas las organizaciones cooperativas del continente americano dejamos claro que trabajamos por un modelo financiero que permita que el ahorro local se traduzca en desarrollo local sostenible, y que trabajamos para contribuir a una nueva arquitectura financiera global que preserve las autonomías nacionales y democratice la gobernanza del sistema financiero internacional.

En definitiva, y tomando la valiosa experiencia acumulada que está presente en vuestra entidad, yo estoy convencido de que las herramientas financieras y todos los servicios que puede ofrecer una entidad financiera puestos a disposición de cada cooperativa, de cada pyme, de cada familia ¡y de cada Nación! que desea producir, consumir, agregar valor en su territorio, son las herramientas que nos permiten construir un país, una región y un Mundo más próspero pero al mismo tiempo más justo, más inclusivo, más integrado… un Mundo donde nadie se quede atrás.

Yo les agradezco profundamente ese compromiso que tienen en cada una de los cientos de localidades donde hay una filial del Banco Credicoop, con su comisión de asociados, con sus actividades abiertas a la comunidad, que contribuyen además a difundir nuestra Identidad Cooperativa y nos ayudan a poner en acción nuestros valores y principios cooperativos.

Esa es la contribución que necesitamos en cada territorio, porque si bien los desafíos son globales, las respuestas se construyen en cada lugar, con nuestros asociados, con nuestra gente.

Ojalá sigamos trabajando juntos en esta construcción o, como decimos desde del ACI, en la reconstrucción, que debemos encarar juntos desde cada territorio y a escala global, para poder transformar este Mundo golpeado sanitaria, ambiental, social y económicamente en un Mundo más justo, más solidario.