13 Aniversario Fecopar Ltda.

Publicado por Fecopar LTDA en Viernes, 24 de julio de 2020

Es para mí un placer y un honor, tener la posibilidad de compartir con ustedes algunos pensamientos y en especial, para hablar de Educación Cooperativa.

Hablar de Educación Cooperativa es hablar de nuestros pioneros, que tenían bien claro, cuando establecieron este principio, que era la Educación la herramienta clave para hacer más grande a este movimiento, y la mejor herramienta para producir las transformaciones que la sociedad necesitaba.

Por muchas razones este momento es único en la historia de la humanidad.

Una de ellas, es que todo el mundo, en cada país, en cada ciudad, en cada hogar, está debatiendo en forma simultánea un mismo tema: cómo salir de la pandemia y, fundamentalmente, cómo será el mundo de la postpandemia.

Todos y todas, debatiendo lo mismo y al mismo tiempo.

La voz del cooperativismo, su experiencia, sus propuestas no pueden estar ausentes en ese debate.

Es el momento de salir a convencer al mundo, sobre la formidable fortaleza de los valores y principios cooperativos para construir un sociedad más segura, más justa, más sostenible.

Ese es el enorme desafío actual de la educación cooperativa: convencer sobre la fortaleza de los valores y principios cooperativos para construir un sociedad más segura, más justa y más sostenible.

Si queremos que en la nueva normalidad prevalezcan los valores de la cooperación sobre el individualismo y la competencia, entonces el principal aporte que puede hacer el movimiento cooperativo es más y mejor educación cooperativa.

El mundo está buscando nuevos paradigmas para enfrentar el futuro y nosotros tenemos el nuestro: el paradigma de la cooperación como alternativa al paradigma de la competencia y el individualismo.

La educación cooperativa debe tomar debida cuenta del momento histórico que está viviendo, y por lo tanto de sus responsabilidades históricas.

Quisiera aprovechar estos minutos para presentar tres ejes para debatir el papel de la educación cooperativa en el nuevo escenario global.

En primer lugar, la población objetivo, es decir a quiénes debemos dirigir prioritariamente los esfuerzos de educación cooperativa; en segundo lugar, los medios para desarrollar la educación cooperativa, y, en tercer lugar, la doctrina, en particular, preguntarnos cómo dialoga nuestra doctrina con la agenda de los desafíos globales.

En relación al primer objetivo.

Hoy hay muchos hombres y mujeres, y en especial muchos jóvenes, que están deseosos de alternativas para construir su futuro. Un futuro más solidario, más ecológico, más centrado en las personas y en la comunidad.

No se trata de cooperativistas, se trata de personas que entienden que hay que impulsar profundas innovaciones en distintos terrenos y están buscando caminos para hacerlo.

Debemos convocar especialmente a las nuevas generaciones a que se realicen personal y profesionalmente en empresas con valores y principios, donde puedan innovar, crear, proponer y desarrollar sus proyectos, además de participar en la gestión de esas empresas.


Desde la ACI venimos fuertemente la inclusión de la juventud en el movimiento cooperativo. No queremos que estén en el banco de suplentes a la espera de ser llamados cuando los más grandes nos retiremos.

Queremos que entren a jugar ahora, porque los necesitamos y porque también los jóvenes merecen tener otro horizonte que no sea el desempleo o la precarización laboral, que muchos de ellos hoy están sufriendo.  

Pero esto, claro, requiere un gran esfuerzo educativo de nuestra parte.

La educación cooperativa debe servir para acercar respuestas a esas personas con un abordaje que, apoyado en la doctrina, pueda abordar las preocupaciones actuales de estas personas que queremos acercar a nuestro movimiento.

Por ejemplo, en las últimas décadas se ha evidenciado una creciente preocupación por los alimentos. Hay una visión cada vez más crítica sobre el papel que ha tenido la globalización sobre nuestras dietas, y esta preocupación se ha agudizado con la pandemia.

Queremos, necesitamos alimentos más seguros, más sanos, de menor impacto ambiental. Estos temas son cada vez más prioritarios.

La educación cooperativa debe atender esta demanda. El movimiento cooperativo debe ponerse al lado de esta demanda, mostrar su experiencia, y contribuir a la búsqueda de formas innovadoras que, a partir de la participación de los consumidores, de los productores, de la comunidad, garanticemos alimentos más sanos, más seguros y más ambientalmente sostenibles.  

Otro ejemplo es el de las TICs: si bien las nuevas tecnologías de la información y la comunicación estaban cambiando aceleradamente nuestras vidas, el impacto durante la pandemia ha sido formidable.

Todos valoramos esto, pero muchos estamos también preocupados. Tenemos miedo por la pérdida de privacidad, por el uso indebido de la información que volcamos diariamente en las redes.

Estamos preocupados también porque espacios propios de la comunidad, incluyendo, por ejemplo, los servicios de entrega a domicilios, están siendo colonizados por empresas sin compromiso con nuestras localidades.

La educación cooperativa debe brindar herramientas para solucionar esto.

Debemos atender estas preocupaciones, mostrar que somos otra forma de economía también para construir economía de plataforma.

Estoy convencido de que si no somos capaces de llevar nuestros principios y valores a la organización de redes y plataformas habremos perdido una batalla estratégica. Parte de esta batalla debe ser asumida desde la educación cooperativa.

También son muchos los preocupados por la situación de nuestros mayores.

La pandemia ha mostrado la fragilidad de nuestro sistema de atención a los adultos mayores.

Los geriátricos se han transformado muchas veces en trampas para salud de nuestros abuelos. Los cuidados, que recaen muchas veces en el trabajo precario, o en el trabajo no reconocido de las mujeres, ha mostrado una gran fragilidad durante la pandemia.

En este tema también hay muchos hombres y mujeres buscando alternativas. Hay que mostrar e innovar nuestros modelos de cuidados, la sociedad está ávida de propuestas.

También hay mucha angustia por la fragilidad de muchas pequeñas y medianas empresas. Saldremos de la crisis con muchas empresas cerradas. Debemos mostrar los modelos que el cooperativismo tiene para recuperar empresas y debemos demostrar la mayor resiliencia de nuestros modelos.

Seguramente cada uno de ustedes puede dar muchos ejemplos de colectivos sociales ávidos de nuevas propuestas.

Otro ejemplo son las personas preocupadas por la necesidad ambiental de cambiar la matriz energética. A ellas debemos llevarles la experiencia de las nuevas cooperativas de energía renovables. El Papa Francisco las puso como ejemplo el pasado 4 de julio, en ocasión del día internacional del cooperativismo.

Seguramente muchos de ustedes también conocen personas preocupadas por la llamada economía circular, por la necesidad de completar los circuitos de producción, consumo, recolección y reciclado, para así dar respuesta local a los desafíos ambientales.

Son enormes los desafíos, y hay muchos sectores atentos a nuestras propuestas.

Por eso les planteo este primer eje de debate sobre la educación cooperativa: debemos preguntarnos hacía quiénes estamos dirigiendo nuestros esfuerzos, y si estamos incluyendo a los colectivos que más están demandando innovación social.

Debemos preguntarnos si estamos incluyendo a los preocupados por la alimentación, por la energía renovable, el cuidado de las personas, el cuidado del ambiente, la recuperación de las empresas.

Les propongo que hagamos en cada país nuestro listado, identifiquemos los sectores más dinámicos, más demandantes de nuevas propuestas, y focalicemos nuestros esfuerzos allí.

El segundo punto que les anticipaba como eje para repensar la educación cooperativa son los medios.

Aquí no hay que abundar sobre lo evidente: La incorporación de las tecnologías de la información y la comunicación a las actividades de capacitación ha sido durante la pandemia tan urgente y formidable como irreversible.

Lo que me gustaría subrayar en este punto es el tema de la integración. Cuando tuve la oportunidad de visitar a Fecopar, hace exactamente dos años, hablamos mucho de la integración, de qué significa integración en el actual contexto global. Creo que en el tema de hoy, la educación cooperativa, la integración también es un concepto clave.

Paraguay tiene mucho para enseñarnos en este sentido. La propia experiencia de Fecopar es muy valiosa. Tenemos que encontrar los medios para compartir nuestras experiencias y recursos a partir de nuestras organizaciones regionales.

Cooperativas de las Américas, la Alianza Cooperativa Internacional, pueden ser ámbitos valiosos para coordinar esfuerzos. Para realizar aprendizajes comunes en el uso educativo de las nuevas tecnologías. Para compartir experiencias e inclusos recursos.

Si nuestro principal desafío es aprovechar la demanda mundial de ideas para la innovación social, debemos contar con herramientas adecuadas para hacerlo. Y compartirlas.

No todos los cooperativistas sabemos de todo. Pero formamos parte de un movimiento mundial, con experiencia en todos los ámbitos. Hay que aprovechar esto. Hoy más que nunca.

Debemos apoyarnos en la experiencia global para dar respuesta a las necesidades locales. Debemos compartir nuestros aprendizajes. La ayuda mutua es nuestra principal fortaleza. Ninguna de nuestras organizaciones está en condiciones de dar cuenta en forma individual de estos desafíos.

Es urgente que pongamos en diálogo nuestras herramientas educativas, de cara a los nuevos públicos que debemos atender en cumplimiento del principio de educación cooperativa.

Por último, quiero acercarles un tercer eje en estos tiempos urgentes y trascendentes. La doctrina.

Como Uds. saben este año la Alianza cumple 125 años. Y también se cumplen 25 años del Congreso de Manchester, de 1995, donde aprobamos nuestra declaración de Identidad Cooperativa, y actualizamos la expresión de nuestros principios.

Por eso teníamos programado para este año, en Corea, un gran congreso internacional donde pudiésemos hacer una reflexión profunda sobre aquella declaración.

La pandemia lo impidió, pero vamos a organizarlo el año que viene. Me parece que esta experiencia global nos tiene que ayudar para hacer dialogar nuestra doctrina con cada uno de los desafíos globales que enfrentamos.

Por ejemplo, la relación de nuestra doctrina con los temas ambientales.

Nuestro movimiento no sólo debe contribuir a la mitigación de los efectos del cambio climático. No es suficiente. Para ser consecuentes con nuestra doctrina, la educación cooperativa debe incluir una crítica profunda al paradigma del individualismo y la competencia.

La educación cooperativa debe incorporar el tema ambiental a partir de entender que la cooperación es el principal camino para reconciliar desarrollo económico y ambiente.

Nuestro paradigma es el de la cooperación, que dice que para lograr desarrollo sostenible es necesario organizar empresas para satisfacer nuestras necesidades comunes, cuyo principio ordenador no sea el lucro sino la ayuda mutua, y cuya eficiencia sea resultado del control democrático de sus integrantes, trabajadores, consumidores o productores.

Para este paradigma, la naturaleza es el ambiente donde vivimos, no el recurso para lucrar. La empresa se desarrolla para satisfacer nuestras necesidades, no para multiplicar necesidades que nos abran oportunidades de negocios.

No hay economía verde sin cooperación. No hay posibilidad de desarrollo sostenible si la economía la pensamos en términos de individualismo y competencia.

Esto debe estar claramente incorporado a nuestra doctrina si queremos ser parte del formidable movimiento social que tarde o temprano se va a terminar de consolidar para detener el gravísimo proceso de deterioro ambiental que estamos enfrentando.

Nuestra doctrina debe también dejar en claro que para nosotros la democracia no es sólo con mecanismo formal para la toma de decisiones en nuestras empresas. Es fundamentalmente una mirada crítica a la concentración del poder económico.

Creemos y trabajamos por la democracia económica. Entendemos que gran parte de las dificultades que tenemos como sociedad para solucionar nuestros problemas derivan de la concentración económica, de que un puñado cada vez menor de personas deciden en qué se invierte, cómo se produce, qué se consume, cómo se trabaja.

Nuestra doctrina también debe dialogar con la lucha que llevan adelante las mujeres por una mayor igual de género.

La democracia exige terminar con todo tipo de discriminación basada en el género, y la centralidad que deben adquirir los cuidados en la postpandemia debe ir de la mano de propuestas claras para redistribuir más equitativamente los esfuerzos del cuidado, que hoy se descargan fundamentalmente sobre las espaldas de las mujeres.

Nuestra doctrina debe ser capaz de entusiasmar a nuestras comunidades con una economía centrada en las personas, donde el centro sea el cuidado de las personas y el cuidado del planeta. Una economía que cuida. Una economía construida desde los territorios.

Estoy convencido de que con una doctrina que incorpore activamente las ideas de defensa del planeta, de democracia económica y de igualdad de género, nuestros esfuerzos de educación cooperativa tendrán un impacto más profundo y sostenido.  

Cada vez que he tenido la oportunidad de visitarlos o cada vez que me he reunido con ustedes en diferentes partes del mundo, he podido comprobar el enorme compromiso que tienen con la educación cooperativa, y el gran trabajo que hacen para honrar ese compromiso.

Quiero invitarlos a seguir transitando ese camino. Espero que estos ejes propuestos sean de utilidad para trabajar hacia un mayor nivel de integración en nuestros esfuerzos por la Educación Cooperativa.