Mensaje durante la presentación de la edición en castellano del libro Identidad y Valores de la Empresa Cooperativa, realizada por la Fundación Barberini y Fundación Grupo Sancor Seguros en Sevilla, España, el 21 de junio. La obra, editada por Michele Dorigatti y Tito Menzani y que tiene el sello de la editroial cooperativa Intercoop, contiene una selección de escritos y discursos de Ivano Barberini (presidente de la ACI 2001-2009).

«Quiero agradecer a la Fundación Barberini y a la Fundación Grupo Sancor Seguros por haberme invitado a compartir este espacio con tantos colegas y amigos; incluso con algunos compatriotas, como Raúl, a quien conozco de muchos años y que hace un gran trabajo allí en Sunchales, Capital Nacional del Cooperativismo argentino.

Precisamente allí estuvo alguna vez Ivano Barberini y, como hizo con muchas otras acciones, dejó una huella imborrable.

En primer lugar, dio un respaldo fundamental en aquel entonces a toda la trayectoria y las propuestas sobre educación cooperativa que se estaban llevando adelante en esa ciudad de la zona central de la Argentina; y, en segundo lugar, colaboró para que la ciudad de Sunchales, que como les dije recién es la Capital Nacional del Cooperativismo, sea hermanada con Nova Petrópolis, que es precisamente la Capital Nacional del Cooperativismo en el vecino país de Brasil.

Otra cualidad que tuvo Ivano, como persona, pero fundamentalmente como dirigente y como presidente de la Alianza Cooperativa Internacional, es que siempre supo escuchar.

Y, en ese sentido, quiero rescatar que supo dar voz a muchas de nuestras principales preocupaciones. Nosotros, que venimos del fin del mundo como dice nuestro compatriota el Papa Francisco, nos sentimos en aquel momento representados y acogidos por el liderazgo de Ivano en la ACI.

Era un momento donde no nos resultaba sencillo defender la empresa cooperativa, era un momento de pleno apogeo del pensamiento único neoliberal.

Ahora bien, para valorar la obra de Ivano Barberini no alcanza con recordar sus acciones y mirar hoy las huellas que dejó. De hecho, hay una frase de un poeta japonés que él citaba y que decía: “Sigan aquello en lo que hemos creído, pero no sigan nuestras huellas”.

Es decir, yo creo que él nos hace una inteligente invitación a seguir los valores que identifican a nuestro movimiento, pero también a que no seamos simples imitadores. De alguna manera nos indica que necesitamos una permanente reflexión crítica, que nos permita encontrar, desde el diálogo, los mejores caminos para ser consecuentes con nuestros valores.

Creo no equivocarme si digo que los cooperativistas preferimos a los que aprenden cooperativismo ejerciéndolo, conocedores de las virtudes, y también de las limitaciones de nuestras organizaciones. Por eso siempre sentí, y creo que es un sentimiento compartido, que Barberini era uno de los nuestros. Podía acertar o equivocarse, pero era uno de los nuestros.

Él recorrió todos los niveles de integración del movimiento cooperativo, sin saltarse ningún paso: cooperativa local, asociación interprovincial, asociación nacional, asociación europea y Alianza Cooperativa Internacional. Nadie tenía que explicarle qué era el cooperativismo. Se había formado gestionando y defendiendo la organización cooperativa en todos los niveles.

Eso está muy bien retratado en este libro, que es fruto de una gran tarea de selección de escritos y discursos, que incluye una hermosa biografía, uno de los editores del libro, y que nos aporta también la actuación de Barberini en distintas batallas que ha sabido dar para defender a la empresa cooperativa en escenarios muy complejos.

En ese sentido resalta, sin dudas, la metáfora del abejorro (“todos dicen que no pude volar, sin embargo, vuela”).

Con ella, Ivano Barberini respondía a todos aquellos que pensaban que el cooperativismo era algo que atrasaba, propio de un momento histórico pasado, que nada podía hacer en el mundo de la economía globalizada.

Pero junto con ese debate hacia afuera, también sostuvo una pelea hacia adentro. Decía básicamente que, si queremos construir con escala, si queremos rechazar ese “techo de cristal” que algunos nos quieren poner con el argumento de “lo pequeño es bello”, entonces debemos hacer grandes esfuerzos para garantizar sistemas de participación y de gestión adecuados para las grandes escalas.

Y ambos debates, hacia afuera y hacia adentro, tienen un denominador común: la educación cooperativa, que fue siempre una de sus grandes preocupaciones.

Otro texto que está incluido en el libro, y me parece muy interesante, es la breve historia de la ACI escrita por Mattia Granata. Y esto es muy importante para contextualizar los discursos de Barberini, pero también para pensar el papel de la ACI en el presente.

Es muy valioso y aleccionador todo lo que nos recuerda, bajo el título de la guerra y la paz. Nos relata los debates, las dificultades y las posiciones de la ACI durante las dos guerras mundiales y la Guerra Fría.

Allí nos muestra que la complejidad de promover la cooperación en tiempos de conflicto no ha sido una excepción, ha sido la regla en la mayor parte de nuestra historia.

Y lo hicimos casi siempre bien. Por algo somos la única organización internacional, como siempre repetimos, que sobrevivió a dos guerras mundiales.

La enseñanza, que se desprende del texto de Granata, es que la posición pacifista de la ACI, a largo plazo, nos fue siempre muy provechosa.

¿Por qué? Porque nos posicionó en primera fila en el momento del postconflicto, de la reconstrucción. Supimos preservar, con enormes dificultades, los lazos de cooperación que luego fueron imprescindibles para superar las heridas que había dejado la violencia.

Es una lección para tener muy en cuenta en el actual contexto internacional.

Por otro lado, como conclusión de su análisis, Granata termina señalando tres razones principales que hacen históricamente importante a la ACI.

A los que aún no han leído el libro les anticipo que son los mismos tres ejes que proponemos profundizar en los próximos cuatro años: la defensa de la Identidad cooperativa, la promoción de las relaciones intercooperativas (en particular a través de las Regiones y Sectores) y su capacidad de incidencia en el sistema de Naciones Unidas.

Hay que seguir haciendo bien, y mejor, esas tres cosas, que son las tres cosas que nos justifican ante la historia, y que nadie puede hacer, salvo nosotros: defender la identidad, fortalecer nuestros ámbitos de integración (sectores, regiones, comités…) e incidir sobre el sistema de cooperación internacional de Naciones Unidas.

Finalmente, quiero recomendarles muy calurosamente la lectura de los discursos de Barberini incluidos en el libro, y que constituyen su parte principal.

Barberini se fogueó debatiendo con el pensamiento único, contra el optimismo de los 90 ante el supuesto fin de la historia, cuando parecía que había llegado la globalización para quedarse, y que esta debía ser hegemonizada por el capital financiero, y que nada podíamos hacer al respecto.

Su gestión se desarrolló cuando ese consenso comenzó a resquebrajarse. Asumió en el 2001, año del atentado de las Torres Gemelas, y terminó en el 2009, en pleno curso de la peor crisis financiera desde 1930.

Como bien sabemos, el orden de la globalización se vio severamente cuestionado: en ese contexto histórico él toma la palabra en nombre de todo el cooperativismo. “Es un mundo complejo, lleno de incertidumbre, donde parece que algo termina, pero no está claro qué es lo que lo reemplazará”. En ese momento se ubica la visión y el aporte histórico de Barberini como presidente de la Alianza Cooperativa Internacional.

Él busca por todos los medios mostrar el camino de la cooperación, de la paz, de los modelos empresariales que pueden ser una respuesta llena de esperanza, frente al desencanto que atraviesa a toda la sociedad.

Es el pensamiento de un contemporáneo, uno de los nuestros, pensando sobre los problemas que hoy enfrentamos. Por eso, como les decía al principio, en Argentina lo recordamos con mucho cariño y por eso nuestra Editorial Cooperativa, Intercoop, donde estamos juntas la Confederación Cooperativa, la Fundación Grupo Sancor Seguros y otras organizaciones del cooperativismo nacional, ha decidido editarlo en lengua española.

Realmente me siento muy honrado de haber podido contribuir con el prólogo a tan magnífico ejercicio de memoria cooperativa que ahora podrá ser disfrutado por miles de cooperativistas de habla hispana.

Para finalizar, quiero agradecer y felicitar a los editores Michele Dorigatti y Tito Menzani, muchas gracias a la Fundación Barberini, muchas gracias a la Fundación Grupo Sancor Seguros y muchas gracias a todos ustedes por estar aquí compartiendo esta jornada tan emotiva.»